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Madroño: El famoso desconocido



Antonio Hernández

06/11/2019

En la región madrileña existe un árbol o arbusto que cuenta con mucha presencia en parques y jardines por crecer bien en cualquier suelo y por su capacidad decorativa ya que sus hojas son perennes, sus frutos tardan un año en madurar y en otoño conviven junto a las flores dejándonos una bonita estampa. Poca gente sabría identificar este árbol que, pese a ser el emblema del escudo de Madrid, es un gran desconocido.



Photo by Olivier Rouge on Unsplash
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El madroño es un árbol o arbusto de la familia de las Ericáceas cuyo nombre científico es Arbutus Enedo.
 

A veces tiene apariencia de árbol con un tronco bien definido que puede llegar a los 10 m de altura, pero lo veremos con más frecuencia en nuestros parques como un arbusto de elemento decorativo que no excede de los 3 o 4 m de alto y que se adorna de un abundante ramaje.


Sus hojas son lanceoladas, de un verde intenso, con el borde serrado y ligeramente rojizo. Las flores son blancas o rosadas y brotan en racimos que luego se convertirán en unos frutos esféricos (20-25 mm), verdes en su nacimiento, que se tornarán amarillos y finalmente de un rojo intenso al madurar.

Cuando alcanzan la madurez (octubre-noviembre) son muy delicados y toleran mal la manipulación porque al carecer de hueso se deshacen con facilidad. Son dulces y de textura cremosa, pero contienen multitud de "granitos" que los hacen incómodo al masticar.


El fruto del madroño, que recibe el mismo nombre que el árbol, es rico en azúcares (20%), en antocianinas y polifenoles, debiendo moderar su ingesta por su alto contenido en taninos y en etanol del que dicen que puede llegar a emborrachar.
 

El madroño es una fruta climatérica, es decir que continúa su proceso de maduración después de ser separada del árbol. Aporta unas 100 Kcal por cada 100 g, tiene propiedades antibióticas, diuréticas, astringentes y es eficaz en el tratamiento de diarreas. Es rico en Vitamina C, Vitamina E y Niacina. Es una buena fuente de minerales tales como: Potasio, Calcio, Magnesio, Hierro y Zinc. Antiguamente era muy utilizado porque se le otorgaban muchas propiedades curativas.


Las cualidades culinarias de este fruto son también muy amplias. Se consume como fruta y se utiliza en la preparación de mermeladas, conservas, confituras y salsas para acompañar los platos de caza. Se usa también en la preparación de vinagres, licores y otras bebidas alcohólicas. En Alicante es famoso el Licor de Madroño y en Italia y Córcega son muy populares las mermeladas y confituras.


El madroño es característico de la zona mediterránea, norte de África, España, Portugal, Francia, Irlanda, Ucrania, Islas Canarias. Debido a su facilidad de reproducción puede constituir una seria amenaza para las especies autóctonas y sus ecosistemas, razón por la cual está incluido en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras llegando a prohibirse en Canarias su inserción en el medio rural así como su posesión, tráfico y comercio.


Photo by Alejandro Cartagena 🇲🇽🏳‍🌈 on Unsplash
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Historias de madroños

Este árbol y sus frutos han sido protagonistas de multitud de leyendas, historias y mitos. Recogeremos unos cuantos:


Orígenes del madroño. Cuenta la mitología griega que Hércules, en el cumplimiento de su décimo trabajo, dio muerte al gigante Gerión y de la sangre de este nació el primer madroño. Este origen es como una parábola que nos recuerda la facilidad de estos árboles para regenerarse en caso de incendio o talas agresivas. Esta cualidad unida a la perennidad de sus verdes hojas lo convirtieron en un símbolo de la inmortalidad. Los romanos lo usaban en sus funerales y lo tenían consagrado a la ninfa Cardea.


El madroño en África. En la zona del Magreb se le considera un árbol sagrado y bendito que ahuyenta maleficios y protege de todos los males. En los países islámicos cuelgan la ropa de los enfermos de sus ramas con la convicción de que el árbol absorberá sus enfermedades. Los pueblos bereberes lo plantan cerca de las puertas de sus casas y cuando las ramas se cubren de frutos espantan demonios y espíritus malignos.


El madroño en la Edad Media. Se dice que en este período de la historia había abundancia de estos árboles en la región madrileña, pero actualmente casi no se ven, ¿por qué? Parece ser que la explicación reside en que en aquel tiempo se creía que los frutos de este árbol eran un remedio contra la lepra y después contra la peste. Esto hizo que los madrileños esquilmaran estos árboles para sacarles un beneficio económico. Los madroños de la Villa consiguieron tal fama de "milagrosos" que incluso Carlos V acudió a la ciudad para curarse de una grave enfermedad. Felipe el Hermoso también se repuso de sus dolencias después de una temporada en Madrid.


El Oso y el Madroño. Como casi todos los madrileños sabemos el oso y el madroño forman parte del escudo de Madrid. Circulan varias historias para explicar esta unión. Una dice que fue para diferenciar las posesiones de la Iglesia y el Concejo, ya que la primera utilizaba un oso en su escudo. Otra dice que fue el intento de dos grandes terratenientes para unificar sus fincas, una de mucho arbolado y la otra de pastos, pero ni en aquella época quedaban ya osos en los montes de El Pardo ni el madroño era un árbol muy abundante en Madrid. El humorista y caricaturista Antonio Mingote expuso su versión cómica en su libro Historia de Madrid, donde decía textualmente: "El oso, primitivo habitante del país, abrazado a un árbol para impedir que venga un concejal y lo corte". El animal que se apoya en el madroño, según documentos muy antiguos, era una osa y se desconoce la razón por la que, a lo largo de la historia, se le ha "cambiado de sexo". Actualmente solo se pueden ver dos grandes y viejos madroños en la capital: uno en la plaza de La Lealtad, frente al Monumento de los Caídos y el otro en El Jardín de las Cuatro Torres.





              



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