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Y si además del necesario cambio individual, nos uniésemos...



Alfredo García Rodriguez

22/05/2019

La única manera de transformar y dar coherencia a un organismo es que las células implicadas en reflejar esa coherencia reciban la misma orden y al unísono, es decir, que, para provocar el cambio de forma equilibrada y coherente, “algo” debe enviar esa orden al sistema para que se produzca un avance estable a la vez que seguro y decidido ¿y quién haría eso en la humanidad?, ¿se producirá esa sinergia coherente y global de manera natural causada por el cambio individual de los seres humanos?



Photo by Melissa Askew on Unsplash
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¿Te imaginas que los principales medios de comunicación de muchos países de la Tierra dieran una noticia como ésta?:
 
“...Hoy millones de personas se concentraron espontáneamente frente a los ayuntamientos de sus ciudades y poblaciones pidiendo a sus representantes medidas inmediatas para eliminar el hambre y la miseria en los países que la sufren...”. O esta otra noticia: “…Millones de personas de manera espontánea han vuelto a reunirse pacífica y silenciosamente, exigiendo a sus representantes políticos sustituir las actuales fuentes energéticas por las que tienen inexplotadas a causa de los intereses económicos.”.
 
“Estos hechos, sin precedentes en la historia de la humanidad, han provocado que cientos de millones de personas se unan en una sola voz para enviar un mensaje a sus gobernantes. Sin convocatoria pública anunciada, decenas de millones de personas se fueron congregando silenciosa y pacíficamente y de la misma manera desaparecieron con la intención de volver a congregarse de nuevo según se desprendía de los mensajes que pudieron leerse en algunas de las personas manifestantes...”.
 
Estaría bien ¿verdad? Hace unos días, me llegó el correo de una amiga a la que quiero y conozco desde hace ya “muchos tiempos”, y que con sus ánimos me reavivó la ilusión de escribir algo sobre la situación de nuestro planeta, al que últimamente siento algo perdido, reflejo seguramente de alguna parte de mí que andará más o menos igual. En ese correo me animaba a retomar una idea que apareció en mi mente hace bastantes años y que sinceramente ya no recordaba. Y decidí hacerle caso, pues, al fin y al cabo, nunca se sabe quién puede leerte, escucharte o verte; es como cuando un día miras por primera vez el cielo a través de un telescopio y te sorprendes de la cantidad de estrellas que no ves a simple vista y están ahí, brillando. Sentí que algo parecido ocurría con esa idea que con el paso de los años vuelvo a intentar modelar y dar forma.
 
El impulso original nació buscando una salida a este intrincado laberinto social y humano que hemos creado en las últimas décadas y en el que aparentemente las cosas parecen tomar un rumbo cada vez más caótico, injusto, deshumanizado y sin un buen final. En paralelo, desde otras atalayas observamos movimientos sociales que promueven el respeto por la naturaleza y los derechos humanos en cualquier parte del planeta en el que se violen, se apuesta por la unión y la convivencia pacífica de las razas y las culturas que habitan la Tierra. En definitiva, si estás atento y despierto observas el movimiento de personas que se dejan llevar y de personas que ya no se dejan llevar y que además son conscientes de la imperiosa necesidad de vivir en un mundo donde al menos lo básico y fundamental no figure solo en libros de leyes y constituciones detrás de cristales que al final solo protegen a un trozo de papel en vez de a los seres humanos a los que se refieren.
 
¿Y qué hacemos? Me preguntaba entonces ¿Cómo nos ponemos de acuerdo, cómo nos organizamos millones de seres humanos, de tantos países distintos, idiomas diversos, separados por tantos condicionantes y kilómetros de distancia para actuar de manera coordinada y sincrónica en todo el planeta? ¿Cómo, si desde que nacemos no dejan de bombardearnos por televisión y los otros medios de comunicación para mantenernos separados? Se me antojaba una tarea titánica pues el cambio es siempre individual y desde ahí se produce la sinergia hacia el colectivo.

Photo by Sara Kurfeß on Unsplash
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El poder de las redes sociales

Hoy tenemos a nuestro alcance herramientas que podemos utilizar para conectarnos unos a otros, y formar una gran red que nos mantenga en contacto, igual que hacen las células “imaginativas” que van creciendo y formando el cuerpo nuevo. Yo creo que esas células imaginativas deben estar en contacto unas con otras, además de crecer, pues al final conforman el bello cuerpo de una mariposa. Y aquí es donde entra en escena una poderosa herramienta que nos una y dé coherencia a cada una de las células de este planeta que abogan por construir y formar parte de una nueva humanidad. Se llama Internet y cada vez nos conecta más unos a otros, pero los seres humanos disponemos también de otra herramienta: el libre albedrío.
 
No sé quién leerá estas líneas ni el efecto que tendrán, pero quizás sea el momento de ser conscientes de que podemos organizarnos para crear verdaderas redes globales y planetarias de personas que sintonicen y se movilicen en pro de plantear a los gobiernos e instituciones internacionales que cualquier ser humano tiene derecho a cubrir sus necesidades más básicas por el simple hecho de existir (alimentación, educación, vivienda, sanidad, trabajo, paz, libertad…). Y creo que, si somos capaces de formar una red mundial que nos permita coordinarnos para actuar conjuntamente y de manera pacífica, para exigir a nuestros gobernantes esos derechos básicos, se produciría un fuerte efecto de resonancia planetaria que daría varias vueltas al mismo y, lo más importante, generaría una energía que, al mantenerse en el tiempo, influiría en todo el planeta.
 
Estas acciones serían visibles y globales, resonarían con nuestra conciencia más planetaria o grupal si queremos verlo así; movilizarían nuestra biología más gregaria haciendo aflorar los sentimientos de protección, de sentir el potencial que genera un grupo cuando actúa, la fuerza que llevamos impresa en cada célula de nuestro cuerpo, la impronta de la tribu ante la cual no hay rival posible, aunque se produzcan algunas pérdidas. Es ahora el momento de ir más allá del cambio individual porque muchos seres humanos necesitan ver para creer y unirse, necesitan saber que no están solos ni locos, necesitan tocarse para sentir la fuerza de otra mano y el calor de otro cuerpo, escucharse y comunicarse de alguna forma… En definitiva, necesitamos simplemente hacernos visibles, vernos para ir juntos hacia el mismo objetivo y al mismo tiempo.

La masa crítica de personas que hacen el bien cada día necesita también retroalimentarse energéticamente para consolidarse y seguir creciendo. Esto lo saben bien los poderosos y por eso nos mantienen desinformados y distraídos, para que nuestra energía se debilite, se disipe o se mantenga bajo mínimos… Por eso es importante ser conscientes de los recursos y herramientas de que disponemos para conectarnos globalmente.
 
Sabemos que en este planeta hay millones de personas que por encima de cualquier ideología política sabrían dar una solución sencilla y eficaz a los problemas más acuciantes: la pobreza, el hambre, la falta de vivienda, la paz. Personas que sabrían elegir entre ayudar a un banco o a un ser humano, o que tendrían respuesta para prestar atención médica urgente a quien lo necesita. Somos millones los y las que podemos hacer funcionar a este planeta de una manera distinta, a pequeña escala, cada día. Pero también es importante que seamos conscientes de que podemos ACTUAR globalmente para hacer funcionar al planeta de una forma más armónica, al menos, en los aspectos esenciales de la vida humana en la Tierra.
 
No es necesario pertenecer a una determinada tendencia política para afrontar los problemas que nos acucian tanto a la humanidad como a la ecología planetaria. Se podrían aportar soluciones creativas alejadas de intereses económicos, políticos o de poder, propuestas que podrían ser secundadas por cientos, miles, millones de personas dispuestas a pasar a la acción COLECTIVA porque una persona sola no puede cambiar este planeta, quizás llegó la hora de actuar juntos y VER con nuestros propios ojos, que es posible.
 
¿Te imaginas si al organizarnos surgieran de manera “espontanea” millones de personas en el planeta con la misma demanda, de manera pacífica, tranquila y silenciosa?, ¿cómo crees que reaccionarían los gobiernos? Esto ha ocurrido ya en otras ocasiones con los movimientos sociales que se intentan sistemáticamente silenciar, despreciar, y disolver, pero la clave ahí está en algo tan sencillo como ser perseverantes, hacernos cada vez más visibles, para retroalimentarnos y de esa manera crecer, y crecer, hasta que el corpus social actual fuese transformado como hacen las plantas en las selvas con las edificaciones viejas y en desuso, a las que literalmente terminan engullendo sin violencia y dejan a modo de vestigio lo que fue, o como hacen las células imaginativas con el cuerpo del gusano.
 
Ojalá estas palabras se transformen en un potente telescopio para que quien mire por él, sepa que en el cielo –en la Tierra- hay más estrellas de las que se ven a simple vista y forman parte de algo mayor que se mueve generando armonía. Somos millones de pequeños puntos de luz esperando ser descubiertos y que pueden actuar JUNTOS para desplegar una gran armonía si nos lo proponemos. Solo hay que querer, organizarnos y dar un paso detrás de otro, nada más, pero en la dirección de lo sencillo: la unión, la paz, construir, apoyar, alimentar, sanar… cuidarnos unos a otros cada día de mil maneras distintas.
 
Se habla mucho del tiempo que nos queda como humanidad, pero lo importante es que aprovechemos nuestra capacidad de acción, de perseverar en la búsqueda de una unión organizada y coherente de todos los seres humanos que ya sienten y hacen en su parcela local todo lo posible por vivir en un mundo mejor. Internet puede llevarnos a ampliar el paradigma “piensa global, actúa local” por uno nuevo que incorpore también la actuación global organizada… ¿Nos organizamos, familia?




              



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