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El corazón espiritual, una investigación científica



Maria Pinar Merino Martin

02/07/2021

En su artículo, “The Spiritual Heart”, Micheline Anderson aplica la ciencia del Instituto HeartMath a una correlación de prácticas espirituales. Ella sugiere que el corazón puede ser el templo del alma y que las claves emocionales relacionadas con la aspiración espiritual proporcionan una mayor longevidad y bienestar a la persona que las practica.



Dada la asociación histórica entre las cualidades metafóricas del corazón y las muchas prácticas espirituales a lo largo de la historia, existe una evidencia creciente que sostiene el bienestar físico con la identificación y evocación de un ser trascendente, incluido nuestro yo superior personal y colectivo.
 
Existen numerosas definiciones del término espiritual y sería justo incluir la mayoría de ellas en el ámbito de aquellas creencias o prácticas que no están mediatizadas por el cuerpo físico. Estas pueden incluir creencias religiosas, pero también prácticas seculares que no están necesariamente relacionadas con una deidad determinada. La idea de que uno puede ser ateo o incluso agnóstico y aun así ser profundamente espiritual no es incompatible con un enfoque centrado en el corazón, como un órgano superior y sus beneficios.

Photo by Le Minh Phuong on Unsplash
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Las prácticas espirituales promueven la buena salud

Las emociones de reflexión e inspiración espirituales nos llegan a través de unas determinadas formas y prácticas religiosas, pero también nos llegan a través de una profunda convicción moral y ética que no vienen en “formato” religioso, pero que suscitan cualidades de compasión, aprecio y un sentido de plenitud que se hace eco de una conciencia colectiva, incluso de trascendencia. Es decir, experimentamos estos sentimientos incluso en entornos no asociados tradicionalmente con la práctica espiritual, de hecho, sucede a través del gran arte, la música, la danza, la poesía, la literatura, incluso conexiones profundas con la naturaleza y el descubrimiento a través del aprendizaje y la investigación.
 
Para muchos, estas experiencias seculares se vuelven sagradas y constituyen una forma de renovación espiritual. Independientemente de la fuente o asociación, estas cualidades emocionales y espirituales son puntos de referencia del corazón. La ciencia ahora demuestra que existe una correlación física entre el corazón y la práctica espiritual que promueve y mantiene la salud y la resiliencia (capacidad de adaptación y recuperación).
 
A lo largo de la historia de las principales civilizaciones: Babilonia, Egipto, Grecia, Roma y China, y las culturas de las sociedades judeocristianas occidentales, el corazón se considera el órgano maestro. Promovemos la buena salud a través de atributos y capacidades del corazón, incluidas formas de práctica espiritual, ya sea religiosa o secular.

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

El corazón físico y espiritual

Sabemos que el corazón produce varias hormonas, incluida la oxitocina, y desempeña un papel fundamental en la modulación de muchas áreas del cerebro involucradas en la autorregulación; pero también juega un papel vital en la experiencia emocional. La conexión corazón-cerebro para el equilibrio emocional se extiende a las prácticas espirituales, donde los sentimientos de asombro, alegría y compasión son comunes. La noción de reverencia a un poder superior, la identificación de esa divinidad formando parte de nuestro Yo Superior nos ayuda a calmar la mente y el cuerpo, lo que se refleja a través de una regulación cardíaca saludable tal y como se puede medir a través de la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC).
 
Por otra parte, también nos sentimos asombrados y experimentamos un sentido de reverencia cuando sintonizamos nuestra mente consciente con nuestro yo intuitivo. En momentos de autodescubrimiento y resolución de un problema sin una referencia externa, el reino intuitivo del corazón revela una inteligencia que es más profunda que nuestro estado normal. Esta fuente interna de conocimiento se hace eco de esos atributos que provocan despertares espirituales más profundos.

El corazón espiritual nos conecta

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
Anderson también sugiere que hay evidencia de que el corazón espiritual nos conecta entre nosotros y afirma que los grupos de personas fortalecen a todos los individuos a través de prácticas espirituales o disciplinas compartidas. La idea del corazón conocedor resuena entre las personas en una vibración común, del mismo modo que lo hacen los árboles o las plantas, que muestran que pueden ser sensibles entre sí y llevar a cabo una comunicación sutil.
 
Las frecuencias de la emoción y el pensamiento ocurren en longitudes de onda que pueden ser imperceptibles para ser registradas por los aparatos tecnológicos, pero los efectos de su poder e impacto se experimentan, sin embargo, a todos los niveles del ser integral (plano físico, energético, mental/emocional). Estas experiencias compartidas en grupo son la razón por la que muchas religiones y prácticas espirituales abogan por la oración o la meditación colectivas: la vibración del todo afecta a cada individuo y proporciona una sensación de sincronicidad en el corazón de cuantos participan.
 
Así pues, los estudios de Anderson afirman que las prácticas espirituales, cuando se hacen con un enfoque centrado en el corazón, generan unas respuestas adaptativas del organismo y de la psique produciendo una alineación armónica y un equilibrio comprobable espíritu-mente-cuerpo, que ayuda a compensar las disonancias emocionales y las disfunciones físicas.

Imagen de kalhh en Pixabay
Imagen de kalhh en Pixabay

El corazón espiritual afecta al planeta

Pero los beneficios que se registran no son observables únicamente en los individuos o en el grupo de práctica espiritual, sino que las vibraciones de coherencia cardiaca se expanden a nivel global afectando a todo el planeta.
 
Las vibraciones del corazón emiten corrientes electromagnéticas que continúan circulando dentro de la conciencia colectiva de los seres humanos. El desarrollo del corazón generando pensamientos y sentimientos de bienestar espiritual o emocional, tales como el amor, la compasión, la gratitud, el aprecio, el cuidado… son vibraciones que benefician al cuerpo físico de quien las emite y al círculo inmediato de sus relaciones.
 
Pero también ayudan a otros, ésta es la razón por la que muchas religiones e incluso prácticas seculares abogan por rezar o meditar por los pobres, por los que sufren la guerra, la falta de libertad o la injusticia, por todos aquellos cuya vida se desenvuelve en circunstancias extremas. A nivel mundial: las emociones del corazón son empáticas y crean mareas espirituales que ayudan a restaurar y levantar la frecuencia vibratoria de esas personas y lugares.

Photo by Alan Labisch on Unsplash
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Resumen y práctica espiritual

La evidencia científica demuestra que nuestros estados emocionales positivos afectan directamente al sistema nervioso autónomo que regula nuestra fisiología y metabolismo. Los efectos psicológicos que se producen cuando generamos emociones positivas, éticas y altruistas nos conectan a todos los seres sintientes y se produce una alineación emocional entre los corazones espirituales de toda la humanidad.
 
Es como las ondas que se producen en la superficie de un lago de aguas tranquilas cuando arrojamos una piedra. La persona es el epicentro, pero al igual que se generan ondas concéntricas en el agua, la energía de la emoción desde el corazón afectará a sus seres más cercanos y a su entorno y se irá extendiendo y aumentando la señal al sintonizar con otros que emitan la misma frecuencia, de tal manera que terminará incidiendo en todo el planeta y generando esa Conciencia Global que afectará a nuestra forma de vivir.
 
Practicar las técnicas de HeartMath, enfocarse en el área del corazón y aprender a respirar más lento y con ritmo puede favorecer cualquier práctica espiritual. Al igual que los entrenamientos físicos aumentan la resistencia, los entrenamientos emocionales y psicológicos desarrollan la resistencia espiritual. Incluso unos pocos minutos al día meditando u orando centrados en el corazón, crearán pequeños depósitos espirituales que actuarán como reservas de energía y nos fortalecerán en momentos de duda, miedo y vacilación.
 

María Pinar Merino
Fuente: Publicaciones de artículos de HeartMath Institute




              



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