Emi_Observadora Consciente - ALMERIA
Los lunes tengo el turno de tarde en el trabajo por lo que almorzamos temprano, sobre las 12h puse a calentar a fuego lento la comida en la vitro cuando a las 12.15 – 12:30 de pronto nos quedamos sin luz. Pensé que era algo, como otras veces, pasajero, cuestión de minutos, al venir mi hijo y comentárselo me dijo que no funcionaban los semáforos y Juan, mi marido, que había salido a hacer una gestión regresó diciendo que no había podido terminarla. Y después comprobamos que los móviles y los datos desaparecieron y solo era posible hacer llamadas de emergencia.
Mi hijo, que tenía que volver a su destino, dijo de esperar a que volviera la luz ya que las gasolineras posiblemente tampoco funcionarían.
Al llegar al trabajo en el Centro de Salud, todo sin funcionar: ordenadores y ello implica que no se puede hacer ninguna gestión como expedir un parte de baja, una simple derivación a otro lugar, ni una receta. Éstas solo podían hacerse de forma manual, pero eso tenía el inconveniente de que no constaba en ningún sitio, ni los usuario/a podían contactar con nosotros ni nosotros/as con ellos; un día atípico, solo urgencias.
Menos tráfico de lo común y el sonido de las sirenas también aumentó.
Eso sí fui a comprar unas velas para la noche y solo quedaban dos en el supermercado, una para mí y otra para mi compañera, habían arrasado con todo, me pregunté: ¿no será esto una nueva pandemia?
Al salir del trabajo a las 20h, aun de día, hacía una tarde buenísima. Algunas personas estaban tomando el fresco sentadas en la puerta de sus casas escuchando la radio, a pilas, las últimas noticias acontecidas… otras hablaban, (me gusta observar cuando voy andando) y decían: “es que no se puede uno fiar, por los teléfonos móviles nos tienen controlados, nos cogen información de donde estamos, y que es lo que hacemos, teníamos que habernos quedado con los móviles antiguos solo para llamar y que nos llamen.”
Lo que me sorprendió más fue cuando al pasar por un parque de camino a casa, había bastante gente charlando, niños jugando en la pista de baloncesto, personas mayores y no tan mayores paseando a sus mascotas y charlando entre ellas de forma animada y poniendo atención en el otro, en los otros y en sus mascotas.
Sin tener esa mirada puesta fija en una pantalla, como es habitual de un tiempo a esta parte, con la cabeza gacha, sin saborear el momento y la compañía con otros seres codo con codo, o mano con hombro.
Entonces me di cuenta de lo que esa experiencia inesperada me proporcionaba: la oportunidad de vivir un momento de conciencia y de saber el beneficio que tenemos con todos estos adelantos a la hora de comunicarnos con otras personas que queremos y que están lejos, pero también saber poner límite a esos mismos adelantos, no perder la perspectiva, no deteriorar la comunicación sustituyéndola por acciones tecnológicas… En definitiva, recuperar la atención con los más cercanos.
Mi hijo, que tenía que volver a su destino, dijo de esperar a que volviera la luz ya que las gasolineras posiblemente tampoco funcionarían.
Al llegar al trabajo en el Centro de Salud, todo sin funcionar: ordenadores y ello implica que no se puede hacer ninguna gestión como expedir un parte de baja, una simple derivación a otro lugar, ni una receta. Éstas solo podían hacerse de forma manual, pero eso tenía el inconveniente de que no constaba en ningún sitio, ni los usuario/a podían contactar con nosotros ni nosotros/as con ellos; un día atípico, solo urgencias.
Menos tráfico de lo común y el sonido de las sirenas también aumentó.
Eso sí fui a comprar unas velas para la noche y solo quedaban dos en el supermercado, una para mí y otra para mi compañera, habían arrasado con todo, me pregunté: ¿no será esto una nueva pandemia?
Al salir del trabajo a las 20h, aun de día, hacía una tarde buenísima. Algunas personas estaban tomando el fresco sentadas en la puerta de sus casas escuchando la radio, a pilas, las últimas noticias acontecidas… otras hablaban, (me gusta observar cuando voy andando) y decían: “es que no se puede uno fiar, por los teléfonos móviles nos tienen controlados, nos cogen información de donde estamos, y que es lo que hacemos, teníamos que habernos quedado con los móviles antiguos solo para llamar y que nos llamen.”
Lo que me sorprendió más fue cuando al pasar por un parque de camino a casa, había bastante gente charlando, niños jugando en la pista de baloncesto, personas mayores y no tan mayores paseando a sus mascotas y charlando entre ellas de forma animada y poniendo atención en el otro, en los otros y en sus mascotas.
Sin tener esa mirada puesta fija en una pantalla, como es habitual de un tiempo a esta parte, con la cabeza gacha, sin saborear el momento y la compañía con otros seres codo con codo, o mano con hombro.
Entonces me di cuenta de lo que esa experiencia inesperada me proporcionaba: la oportunidad de vivir un momento de conciencia y de saber el beneficio que tenemos con todos estos adelantos a la hora de comunicarnos con otras personas que queremos y que están lejos, pero también saber poner límite a esos mismos adelantos, no perder la perspectiva, no deteriorar la comunicación sustituyéndola por acciones tecnológicas… En definitiva, recuperar la atención con los más cercanos.
Cambio de percepción de la realidad - Rafa_Maestro Hechicero - GRANADA
¡Atención! ¡Atención!
¡Habrá que estar muy atentos! Igual estamos al comienzo de una nueva pandemia. La gente empieza a considerar que pararse por la calle para hablar con los convecinos no es, para nada, perder el tiempo. Se preguntan de verdad cómo está el otr@. ¡Si hasta se sonríen cuando, en la distancia, se saludan unos a otros!
Se está volviendo una situación incontrolable. Las autoridades redoblan sus esfuerzos con campañas de todo tipo para que vuelva el ambiente de miedo y crispación. Nunca se les ha visto tan nerviosos como ahora. Mientras tanto ha empezado a soplar un viento del sur, cálido, que invita a compartir alegría y esfuerzos. Parece ser que viene cargado de moléculas que activan las células y las predisponen hacia el cambio.
Tod@s abandonan el dicho de "madrecita, madrecita, que me quede como estoy" y empiezan a caminar sus nuevos senderos; con pasos vacilantes al principio, esos que son necesarios para que salga a relucir la valentía que ha estado tanto tiempo dormida.
Sí, definitivamente se ha desatado una nueva pandemia. Y el enigma de su origen ha sido revelado: hay una serie de personas normales, sencillas, desperdigadas aquí y allá, que han encendido su luz, han prendido su pequeña llamita y los distintos vientos, que esperaban para cumplir sus misiones, trasladan y prenden, a su paso, a todos los que esperaban una señal para encenderse.
¡Atención! ¡Atención! Sal a la calle en cuanto percibas que sopla el viento en tu lugar...
¡Habrá que estar muy atentos! Igual estamos al comienzo de una nueva pandemia. La gente empieza a considerar que pararse por la calle para hablar con los convecinos no es, para nada, perder el tiempo. Se preguntan de verdad cómo está el otr@. ¡Si hasta se sonríen cuando, en la distancia, se saludan unos a otros!
Se está volviendo una situación incontrolable. Las autoridades redoblan sus esfuerzos con campañas de todo tipo para que vuelva el ambiente de miedo y crispación. Nunca se les ha visto tan nerviosos como ahora. Mientras tanto ha empezado a soplar un viento del sur, cálido, que invita a compartir alegría y esfuerzos. Parece ser que viene cargado de moléculas que activan las células y las predisponen hacia el cambio.
Tod@s abandonan el dicho de "madrecita, madrecita, que me quede como estoy" y empiezan a caminar sus nuevos senderos; con pasos vacilantes al principio, esos que son necesarios para que salga a relucir la valentía que ha estado tanto tiempo dormida.
Sí, definitivamente se ha desatado una nueva pandemia. Y el enigma de su origen ha sido revelado: hay una serie de personas normales, sencillas, desperdigadas aquí y allá, que han encendido su luz, han prendido su pequeña llamita y los distintos vientos, que esperaban para cumplir sus misiones, trasladan y prenden, a su paso, a todos los que esperaban una señal para encenderse.
¡Atención! ¡Atención! Sal a la calle en cuanto percibas que sopla el viento en tu lugar...