Somos luz

Aquello que llamamos positivo es, por definición, lo que nos acerca a un ideal de evolución, mientras que lo negativo es lo que nos aleja de ese ideal; pero si analizamos que ambas polaridades parten de un mismo punto -eso que hemos dado en llamar la Fuente-, tal vez apreciaríamos mejor que lo positivo y lo negativo deben estar equilibrados, aunque este equilibrio sea un objetivo de difícil consecución, siendo precisamente ese desequilibrio lo que nos hace avanzar.

Como ejemplo tenemos a la luz eléctrica que se produce gracias a una diferencia de potencial que genera una corriente eléctrica. La diferencia de potencial, también conocida como voltaje, es la fuerza que impulsa a los electrones a moverse a través de un conductor, como un cable. Cuando hay una diferencia de potencial entre dos puntos, los electrones fluyen desde el punto de mayor potencial al de menor potencial, creando una corriente eléctrica.

Utilizando el símil de la corriente eléctrica, podríamos afirmar que somos seres de luz, también en opinión de los investigadores en física cuántica, por eso cuando hablamos de luz y oscuridad no hacemos más que hablar de una diferencia de potencial entre dos polaridades cuando la energía positiva trata de «iluminar» nuestra parte negativa.

También está la idea filosófica y espiritual de que somos luz, usada a menudo para simbolizar nuestra esencia, nuestra conciencia y nuestra capacidad de influir en el mundo. En este sentido, la física cuántica y la visión humana del universo parecen entrelazarse de maneras sorprendentes.

Últimamente, oigo hablar de los procesos de desarrollo de la Psicología como, por ejemplo, que hay que integrar la sombra, ese aspecto de la personalidad que, a los ojos de los demás, aparentemente nos aleja de nuestro destino final. Esa integración no es otra cosa que el equilibrio entre luz y oscuridad, entre lo positivo y lo negativo que impera en el Universo.

Es ciertamente difícil identificar la sombra, esa parte de la personalidad que tanto nos ha protegido de los ataques del mundo que nos rodea (así piensan quienes todavía no han descubierto los placeres de la entrega en el Amor). Sin embargo, es conveniente que se tenga muy claro en qué parte de nuestra personalidad anida esa sombra, porque es necesario que la incorporemos, que sepamos que la evolución consiste precisamente en ir iluminándola, encarnación tras encarnación, hasta que ambas polaridades apenas se distingan. Finalmente, la integración en la Fuente se hará efectiva cuando ambas polaridades se fundan en una sola y, de esa manera, el Ser integrado, una vez convertido en Fuente, adquirirá el poder de crear un nuevo Universo que, al manifestarse, lo hará con dos polaridades bien definidas en un constante y maravilloso Big Bang.

Todos somos Dios en potencia, como un pino es, potencialmente, el piñón del que procede.

La física cuántica nos ha dado muchas maneras fascinantes de ver la realidad, y la idea de que “somos luz” se relaciona con cómo la energía y la materia están profundamente conectadas. De hecho, desde un punto de vista científico, todo lo que existe está compuesto de energía en diferentes formas, y la luz es una manifestación fundamental de esa energía.

Las células vivas de las plantas, animales y seres humanos emiten débiles ondas electromagnéticas en el rango óptico del espectro -biofotones- que no pueden verse a simple vista pero que pueden medirse con un equipo especial. Se ha sugerido que tal emisión lumínica es una expresión del estado funcional de un organismo vivo.

Los biofotones son partículas de luz que nuestro cuerpo emite de manera natural. Estos diminutos paquetes de energía tienen un rol mucho más importante de lo que solemos imaginar, ya que no solo están involucrados en los procesos metabólicos, sino también en la comunicación celular. Este fenómeno, aunque todavía poco conocido fuera de los círculos científicos especializados, está transformando nuestra comprensión de cómo interactúan nuestras células y cómo el cuerpo mantiene su integridad y salud.

Los estudios de la emisión lumínica por biofotones llevaron a sugerir a algunos investigadores, que esa energía es almacenada en las moléculas del ADN celular y una red dinámica de luz es constantemente formada por absorción y liberación desde el ADN de las células pudiendo conectarse con las organelas celulares (unidades estructurales de las células que tienen funciones especializadas y permiten su funcionamiento), células, tejidos y órganos dentro del cuerpo. También está la idea filosófica y espiritual de que somos luz, usada a menudo para simbolizar nuestra esencia, nuestra conciencia y nuestra capacidad de influir en el mundo. En este sentido, la física cuántica y la visión humana del Universo parecen entrelazarse de maneras sorprendentes.