Hay un ejemplo muy conocido que él llamó “la idea más feliz de su vida”, en la cual se imagina un ascensor sin ventanas en el que una persona no puede distinguir si está parada bajo la influencia de la gravedad, o si está siendo acelerado constantemente en ausencia de gravedad… es decir, éste como otros ejercicios mentales que exponían, te permitían extrapolar que sin referencias es imposible orientarse y encontrar hacia dónde te diriges.
Mis reflexiones relativistas se iban extendiendo a ejemplos cotidianos que todos experimentamos muchísimas veces al día sin darnos cuenta. Conveniamos un arriba y un abajo, una izquierda y una derecha, un antes y un después, o un ayer y un mañana, un delante o detrás, un sentido horario y su contrario, un día y una noche… siendo nuestro punto de referencia en todos los casos, uno mismo.
Y en ese divagar, llegaba a la conclusión de que esos conceptos, se intercambiaban en el mismo instante que salían de mí y alcanzaban a otra persona, ahí todo podía ser justamente el opuesto a mi punto de referencia, es decir, a mi… continúe durante un instante, poniéndome ejemplos como el de ver un mapa boca abajo, ser zurdo, ponerme yo mismo cabeza abajo y todo se cambiaba…, encontré muchos ejemplos en los que la realidad conceptual en mi mente era solo una ilusión a la que habíamos acordado darle forma, pero era solo ilusión, concluí que realmente no existen per se tales conceptos, solo en mi mente…
Mis reflexiones relativistas se iban extendiendo a ejemplos cotidianos que todos experimentamos muchísimas veces al día sin darnos cuenta. Conveniamos un arriba y un abajo, una izquierda y una derecha, un antes y un después, o un ayer y un mañana, un delante o detrás, un sentido horario y su contrario, un día y una noche… siendo nuestro punto de referencia en todos los casos, uno mismo.
Y en ese divagar, llegaba a la conclusión de que esos conceptos, se intercambiaban en el mismo instante que salían de mí y alcanzaban a otra persona, ahí todo podía ser justamente el opuesto a mi punto de referencia, es decir, a mi… continúe durante un instante, poniéndome ejemplos como el de ver un mapa boca abajo, ser zurdo, ponerme yo mismo cabeza abajo y todo se cambiaba…, encontré muchos ejemplos en los que la realidad conceptual en mi mente era solo una ilusión a la que habíamos acordado darle forma, pero era solo ilusión, concluí que realmente no existen per se tales conceptos, solo en mi mente…
Las preguntas de la mente
En ese fluir con esa inercia mental, llegué a un interrogante: Si no existen realmente esos conceptos en la realidad, y solo están mi mente, y los creo para tener una referencia que me permita moverme en esta realidad, ¿puede existir algo dentro de mí a modo de referencia inmutable incluso cuando lo externo desaparezca?
Si no existe arriba ni abajo, ni izquierda ni derecha, ni delante ni atrás, y existe algo en mí que es capaz de ver esa ilusión, podríamos deducir que la ilusión de avanzar hacía allí, o en el tiempo, hace que quizás exista algo en mí que siempre permanece en el centro de todo, del tiempo y del espacio, del aquí y el ahora, y que desde ese estado inmutable y permanente lo experimenta todo sin necesidad de moverse, no así el cuerpo que tiene la ilusión de movimiento en el espacio y el tiempo. En ese caso, me preguntaba, ¿qué es eso que está más allá de las coordenadas espacio temporales físicas que experimento?, ¿qué es eso que hay en mí que eternamente está experimentando el aquí y ahora?...
En esos momentos mi mente empezaba a entrar en el silencio de la observación y se abrían compuertas que dejaban sentir esos conceptos sin matices ni interpretaciones, y estuve bañándome en ellos algunos instantes, sin obtener respuestas concretas y detalladas a mi pregunta.
Y ahí dejé la reflexión, con esa pregunta flotando en mi mente, ¿existirá ese centro en mí, en alguna parte?, y si existe, ¿dónde está ese centro permanente que es una referencia estable y permanente? .
Si no existe arriba ni abajo, ni izquierda ni derecha, ni delante ni atrás, y existe algo en mí que es capaz de ver esa ilusión, podríamos deducir que la ilusión de avanzar hacía allí, o en el tiempo, hace que quizás exista algo en mí que siempre permanece en el centro de todo, del tiempo y del espacio, del aquí y el ahora, y que desde ese estado inmutable y permanente lo experimenta todo sin necesidad de moverse, no así el cuerpo que tiene la ilusión de movimiento en el espacio y el tiempo. En ese caso, me preguntaba, ¿qué es eso que está más allá de las coordenadas espacio temporales físicas que experimento?, ¿qué es eso que hay en mí que eternamente está experimentando el aquí y ahora?...
En esos momentos mi mente empezaba a entrar en el silencio de la observación y se abrían compuertas que dejaban sentir esos conceptos sin matices ni interpretaciones, y estuve bañándome en ellos algunos instantes, sin obtener respuestas concretas y detalladas a mi pregunta.
Y ahí dejé la reflexión, con esa pregunta flotando en mi mente, ¿existirá ese centro en mí, en alguna parte?, y si existe, ¿dónde está ese centro permanente que es una referencia estable y permanente? .
La respuesta inesperada siempre llega
Esa noche, intenté llevar esas sensaciones a mi espacio de meditación -casi- diaria, y durante unos instantes se materializaron en forma de una poderosa quietud que observaba sin juzgar, y que lo sentía como una columna de energía cilíndrica y azulada a lo largo de mi columna vertebral que me mantuvieron por instantes en un estado de concentración y calma, de cierta potencia, pero agradables en todo momento, quietud y silencio eran sus características principales.
Pocos días después, en el reciente Camino del Corazón celebrado en Madrid el fin de semana del 13, 14 y 15 de junio, nos invitaron a jugar con unas “cartas de arcángeles” que María había recibido de una amiga de Nueva York. Se trataba de coger una de las que te ofrecían y, como un juego, intentar ver si el mensaje nos decía algo en estos momentos de nuestra vida.
Al coger la carta, instantáneamente la relacioné con la pregunta que me había hecho, y aún se mantenía latente en mi interior, días atrás… La carta presentaba el nombre de un ángel, un número y una frase. En mi caso, la frase decía lo siguiente: TU CORAZÓN ES EL CENTRO.
Hace mucho que dejé de pensar que las casualidades existen. Me sorprendió enormemente leer esa frase porque estaba dando respuesta a la pregunta que llevaba haciéndome desde hacía varios días y que intuía que era importante, pero no alcanzaba a verla con claridad.
Pocos días después, en el reciente Camino del Corazón celebrado en Madrid el fin de semana del 13, 14 y 15 de junio, nos invitaron a jugar con unas “cartas de arcángeles” que María había recibido de una amiga de Nueva York. Se trataba de coger una de las que te ofrecían y, como un juego, intentar ver si el mensaje nos decía algo en estos momentos de nuestra vida.
Al coger la carta, instantáneamente la relacioné con la pregunta que me había hecho, y aún se mantenía latente en mi interior, días atrás… La carta presentaba el nombre de un ángel, un número y una frase. En mi caso, la frase decía lo siguiente: TU CORAZÓN ES EL CENTRO.
Hace mucho que dejé de pensar que las casualidades existen. Me sorprendió enormemente leer esa frase porque estaba dando respuesta a la pregunta que llevaba haciéndome desde hacía varios días y que intuía que era importante, pero no alcanzaba a verla con claridad.
La magia se hace presente
La magia que el universo opera cuando se está receptivo y abierto a las respuestas, puede ocurrir en cualquier momento y lugar, sin duda alguna, que se diera en el Camino del Corazón, refuerza la importancia de lo que se vive en estos encuentros de caminantes, donde como seres humanos intentamos experimentarnos los unos a los otros a través de herramientas que siempre estuvieron con nosotros invitándonos desde el principio de los tiempos a ser utilizadas para comprobar que si bien la mente es absolutamente necesaria, es imprescindible ahora más que nunca, dar el espacio a las energías procedentes del corazón, que son al fin y al cabo, las que cuando falle todo lo demás, te servirán eternamente de guía y brújula interna en tu camino de evolución en el cosmos.
Agradezco al cosmos, a los caminantes y posaderos, este reencuentro con el auténtico centro que llevo buscando desde no sé cuándo y que nunca me abandonará pues está dentro de mí, latiendo y brillando cada día cual baliza interior perenne, a la que puedo mirar cuando me desoriente, y saber que, si soy capaz de atenderla desde la calma y la quietud necesarias, jamás volveré a perderme, y la felicidad me acompañará aquí y ahora.
Agradezco al cosmos, a los caminantes y posaderos, este reencuentro con el auténtico centro que llevo buscando desde no sé cuándo y que nunca me abandonará pues está dentro de mí, latiendo y brillando cada día cual baliza interior perenne, a la que puedo mirar cuando me desoriente, y saber que, si soy capaz de atenderla desde la calma y la quietud necesarias, jamás volveré a perderme, y la felicidad me acompañará aquí y ahora.
18/06/2025 21:30h - Firma. Akant
Alfredo García Rodríguez
Psicología - Terapia Gestalt - Kinesiología