En este sentido, dicen los que han vivido alguna experiencia traumática, que en momentos de máximo estrés, en momentos en que parece que te vas a morir (como en un accidente, por ejemplo) o en situaciones en que eventualmente pasas al «otro lado», tu vida pasa por delante de ti en breves segundos y que, aunque la «película» va tremendamente rápida, te da tiempo a revivir aquellos momentos que han sido importantes en tu vida... ¿Qué sentido tiene eso?, ¿para qué nos sirve?, ¿es el juicio post mortem que nos vaticinan los agoreros?
En mi opinión no tiene nada que ver con juicios ni inquisiciones de ese tipo. Se trataría tan solo de un trasvase de información de nuestra memoria RAM o temporal, al disco duro, o archivo akhásico, que almacena experiencias de diferentes vidas, para que lo vivido en ésta no se pierda y pueda sernos útil en próximas experiencias vitales. Es un programa instalado en nuestro subconsciente que tiene la facultad de hacer que las funciones cerebrales discurran a una velocidad inimaginable para nuestro consciente.
Eso no quita para que, una vez nos hayamos marchado de este mundo, revisemos qué y cómo hemos vivido, analicemos los aciertos y los errores y comprobemos si hemos cumplido en todo o en parte con nuestro Programa de Vida. Así de sencillo.
En mi opinión no tiene nada que ver con juicios ni inquisiciones de ese tipo. Se trataría tan solo de un trasvase de información de nuestra memoria RAM o temporal, al disco duro, o archivo akhásico, que almacena experiencias de diferentes vidas, para que lo vivido en ésta no se pierda y pueda sernos útil en próximas experiencias vitales. Es un programa instalado en nuestro subconsciente que tiene la facultad de hacer que las funciones cerebrales discurran a una velocidad inimaginable para nuestro consciente.
Eso no quita para que, una vez nos hayamos marchado de este mundo, revisemos qué y cómo hemos vivido, analicemos los aciertos y los errores y comprobemos si hemos cumplido en todo o en parte con nuestro Programa de Vida. Así de sencillo.
La informática nos da pistas
Los ordenadores nos pueden dar una idea aproximada de lo que sucede en nuestro cerebro en esos momentos en que parece que nos vamos del todo al “otro barrio”. Los ordenadores, cuando hay un bloqueo, suelen guardar una copia en el disco duro de lo que estábamos haciendo para que podamos recuperarlo al volver a conectarnos.
De igual manera, cuando nos desconectamos temporalmente, por ejemplo al entrar en un estado comatoso, hay una parte de nuestra psique que guarda la información de esta vida para que no se pierda y podamos recuperarla al volver a «conectarnos». Bueno, no sé si el ejemplo es válido pero nos podemos hacer una ligera idea, creo yo.
También comentan los que han vuelto, que a partir de ese momento su vida cambia, que dejan de tener importancia las cosas banales que antes tanto les ocupaban; que las relaciones personales aumentan su calidad, que el trabajo se convierte en un medio y no en un fin, que lo material pasa a un segundo plano y que lo que importa es el disfrute de la vida; que se comprende mejor lo que nos ha pasado y por qué nos ha pasado y dejamos de quejarnos por tonterías. Cambian nuestros gustos, nos hacemos menos sibaritas pero más selectos a la hora de elegir, por ejemplo un buen vino o incluso una amistad, y disfrutamos libremente con las cosas y las personas que la vida nos pone delante.
A mí se me ocurre que hacer caso a eso que dicen los que han pasado al «otro lado» y han vuelto, es una forma maravillosa de vivir lo que nos reste de vida, sin tener que esperar a que nos dé un «patatús» y que no podamos rectificar nada en esta existencia.
Yo, por si las moscas, voy a hacer caso a lo que me pide el cuerpo, que seguro está en línea con lo que nos cuentan «los que han regresado» que, probablemente, tienen más datos que nosotros.
De igual manera, cuando nos desconectamos temporalmente, por ejemplo al entrar en un estado comatoso, hay una parte de nuestra psique que guarda la información de esta vida para que no se pierda y podamos recuperarla al volver a «conectarnos». Bueno, no sé si el ejemplo es válido pero nos podemos hacer una ligera idea, creo yo.
También comentan los que han vuelto, que a partir de ese momento su vida cambia, que dejan de tener importancia las cosas banales que antes tanto les ocupaban; que las relaciones personales aumentan su calidad, que el trabajo se convierte en un medio y no en un fin, que lo material pasa a un segundo plano y que lo que importa es el disfrute de la vida; que se comprende mejor lo que nos ha pasado y por qué nos ha pasado y dejamos de quejarnos por tonterías. Cambian nuestros gustos, nos hacemos menos sibaritas pero más selectos a la hora de elegir, por ejemplo un buen vino o incluso una amistad, y disfrutamos libremente con las cosas y las personas que la vida nos pone delante.
A mí se me ocurre que hacer caso a eso que dicen los que han pasado al «otro lado» y han vuelto, es una forma maravillosa de vivir lo que nos reste de vida, sin tener que esperar a que nos dé un «patatús» y que no podamos rectificar nada en esta existencia.
Yo, por si las moscas, voy a hacer caso a lo que me pide el cuerpo, que seguro está en línea con lo que nos cuentan «los que han regresado» que, probablemente, tienen más datos que nosotros.