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Muchos caminos, un solo destino



Maria Pinar Merino Martin

05/03/2020

En muchos de los albergues del Camino de Santiago se puede leer: “No corras peregrino, que donde tienes que llegar es a ti mismo”.
Me gustaría reflexionar con vosotros sobre esos múltiples caminos que recorremos a lo largo de nuestra vida y de ese otro camino interior que es el que finalmente importa. Sobre los itinerarios exteriores que nos llevan a ese espacio de intimidad, al encuentro con el corazón, hogar del espíritu. Es un viaje hacia nuestro universo interior, al centro de la conciencia, a ese punto de equilibrio y seguridad donde el Ser disfruta de libertad y paz interior.



Photo by Lili Popper on Unsplash
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El espíritu, desde que es generado como chispa divina recorre un largo periplo, debe descender hasta los planos más alejados de su esencia, el mundo material, para desde ahí ir adquiriendo consciencia.
 
En ese largo proceso evolutivo deberá conocer y gestionar el plano material, después el energético, después sumergirse en la dimensión emocional y mental… hasta regresar –en un periplo circular- a la fuente de la cual partió: el mundo espiritual.
 
En ese largo recorrido irá adquiriendo experiencias y conocimiento para regresar al origen, pero habiendo conquistado el territorio de la consciencia, trayendo consigo, para incorporarlo al holograma cósmico, cuanto ha aprendido.
 
El espíritu que regresa será en esencia el mismo que partió +1, y en ese “1” estará acumulado todo su saber, la manifestación completa de su naturaleza en cada uno de los estadíos por donde ha transitado. Haciendo así que la frase: “Y el espíritu creado se convertirá un día en creador para engrandecimiento del Cosmos” tenga sentido.
 
Tal vez por eso es absurdo caminar siguiendo las huellas dejadas por otros caminantes, cada recorrido será nuevo, único, irrepetible, como lo es cada ser humano en cada instante de su existencia. La naturaleza no copia, no clona… dirige sus esfuerzos a crear formas nuevas, sólo los seres humanos copiamos modelos porque eso nos da seguridad, porque tenemos la garantía de que en algún momento a alguien “eso” le salió bien.
 
Sucede lo mismo con los rituales llevados a cabo como simples actos repetitivos, gestos y movimientos que carecen de vida, de fuerza, de contenido…

La poesía y la mística

Photo by Álvaro Serrano on Unsplash
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El poeta León Felipe nos cuenta en uno de sus versos:
 
“Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen,
Dios”.
 
O el propio San Juan de la Cruz, cuando nos habla del viaje místico expresa también de forma muy clara la necesidad del viajero de estrenar caminos:
 
“Así como el caminante,
que, para ir a nuevas tierras,
no sabidas ni experimentadas,
va por nuevos caminos
no sabidos ni experimentados…”.
 
Ambos insisten en la necesidad de transitar por caminos no “hollados”, vírgenes, caminos que el ser recorre queriendo llegar más lejos, más alto… al principio sin saber que todo ello le va a llevar más hacia dentro de sí mismo.

Recorrer paisajes externos y territorios internos

Photo by Timothy Dykes on Unsplash
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Yo también he viajado hacia los cuatro puntos cardinales, recorriendo caminos, buscando respuestas nuevas que quizá sean las respuestas de siempre pero que tienen el valor de que es uno mismo el que las ha encontrado y eso les da una nueva perspectiva.
 
Los seres humanos a lo largo de nuestra vida intentamos de una y mil maneras acercarnos al misterio, a lo desconocido, a lo mágico, lo inmanente, buscando respuestas a nuestras inquietudes. A veces esa búsqueda la hacemos a través de los paisajes que recorremos y no cabe duda de que nuestro planeta ofrece lugares mágicos, de poder, lugares especiales de la Tierra que son capaces de alimentarnos de energías sutiles que captamos a través de la pureza de su aire, de las aguas, los montes y bosques, a través de la fuerza de los volcanes, del misterio de los glaciares.
Y por encima de todo eso encontrar otras gentes con las que compartir tiempos y espacios, acercarte a su cultura, a sus costumbres y sus creencias buscando siempre lo que nos une. Gentes que te acogen y te hacen sentir como si estuvieras en tu casa.




              



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