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Latidos durante la cuarentena - I



Raquel Verdugo (Caminante del Corazón)

14/05/2020

El aislamiento nos devolvió la esencia. Vivimos en una sociedad en la que el consumismo y el materialismo son nuestro principal objetivo, aspiramos a tener más sin saber realmente para qué. Nos hemos tenido que aislar para comprender que lo único que ansiamos son valores no materiales como la libertad, el poder abrazarnos, pasear…
Es un momento maravilloso para que el retiro nos devuelva lo esencial de cada uno, puesto que podemos vivir sin muchas de las cosas materiales que ahogan nuestra mente, preguntándonos qué necesitamos para llenar el vacío que ahora mismo vivimos, y así poder resurgir.



LOS NIÑOS NUESTROS MAESTROS

Photo by Jakob Owens on Unsplash
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Los minutos son horas, las horas días y los días meses, es como si el tiempo se hubiese alargado o enlentecido. Los adultos nos pasamos horas y horas pegados al móvil, seguramente para recibir la noticia de esperanza que todos deseamos. Pero ¿y ellos?, ¿alguien se ha parado a pensar cómo lo llevan los niños?
Mientras estamos conectados al móvil, dando vueltas a las mismas noticias una y otra vez sin ver lo que queremos, ellos nos observan, siempre intentando llamar nuestra atención. Quizás nos quieran trasmitir algo, como que interactuemos con ellos para que el tiempo pase más deprisa, sin que nuestra mente piense y piense, sin encontrar una respuesta.
Deberíamos aprender de ellos para evadir esos pensamientos sin respuesta, cada uno está haciendo lo que está a su alcance, pero mientras tanto vivamos felices cómo y con ellos, los niños.

Photo by Javardh on Unsplash
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MI SUEÑO

Quién no ha tenido sueños alguna vez, yo sí, y es algo que me encanta, pero caigo en un error: que me creo expectativas y, si no se cumplen, la decepción es grande.
Ahora mismo, sueño con que todo esto acabe y poder estar con mi familia, pero no voy a caer en el mismo error, no me voy a fijar plazos, ilusiones que pueden ó no llegar a ser, simplemente voy a dejar que el tiempo fluya, y que éste me de las lecciones que debo aprender en el día a día, para así desarrollar mi paciencia. Porque los sueños se consiguen con paciencia, solamente hay que proponerse el objetivo y comprender que hay mil caminos para llegar a él.
Tengo un tiempo extraordinario para poder indagar en mí y que me surjan miles de sueños y, entre todos, me quedaré con el que más resuene en mi corazón.

EL ALTRUISMO

Imagen de Luisella Planeta Leoni en Pixabay
Imagen de Luisella Planeta Leoni en Pixabay
Cada vez que veo noticias con acciones altruistas para el bien de los demás, despiertan en mí sentimientos de paz, serenidad y armonía, quizás sea porque, en un pasado, formé parte de una comunidad así, y ese era mi estado de ánimo en aquel tiempo.
He estado cegada durante mucho tiempo, centrándome sólo en las “malas acciones” de cada persona y ahora siento como que vivo en un lugar mágico, donde en las sombras sólo veo luz y en mi mente ya no hay nubes que la tapen. No era consciente de que es más lo que nos une que lo que nos separa y, por eso, en mi ser sólo habitan sentimientos de esperanza.
Noticias como: grandes empresarios donan sus servicios logísticos para hacer epis, gente poniendo a nuestra disposición sus impresoras 3D, jóvenes prestando su ayuda a mayores para satisfacer sus necesidades, amas de casa cosiendo mascarillas, padres siendo profesores, cantantes en el anonimato dando conciertos a sus vecinos, taxistas llevando a médicos a su lugar de trabajo o gratuitamente a enfermos dados de alta, niños aportándonos alegría…, me hacen querer pertenecer a esta nueva sociedad que estaba dormida y que me han transportado a mi pasado armónico, donde cada acción tiene su recompensa y todos vamos a recibir nuestro premio. Seguramente, éste era el momento para hacer florecer el sentimiento altruista que forma parte de nuestro ADN.

Photo by Jonatan Moerman on Unsplash
Photo by Jonatan Moerman on Unsplash

SIN TEATRO

Hace mucho, mucho tiempo, había un mundo lleno de especies auténticas que, poco a poco y con el paso de los años, fue mutando, dejando paso a especies superficiales. Lo único auténtico que existía en ese momento eran la naturaleza y los animales en estado salvaje, que cada vez eran grupos más reducidos.
Cada día era como un teatro, gente disfrazada y con máscaras, intentando agradar al mayor número de personas, utilizando para ello el argumento de su maravillosa vida, que consistía en tener el mejor coche, mejor trabajo, mejores tiempos deportivos, mayor belleza…. y que cuando llegaban a sus casas, al final de la obra, su energía descendía hasta límites insospechados.
Así, día tras día, año tras año, hasta que un día, de repente, el teatro cerró y tuvieron que convivir sin máscaras ni disfraz. Entonces, se dieron cuenta de que la ley de selección natural no se rige por el mejor disfraz o la mejor máscara, sino por la autenticidad, por la verdad y descubrieron que las oportunidades son las mismas para todos. Todas esas gentes tuvieron que reinventarse para llegar a ser las más auténticas y genuinas, para que la ley de selección natural no se las llevase por delante.
Años después de esa selección y, tras un largo camino recorrido, el mundo volvió a su origen.

Photo by Andrik Langfield on Unsplash
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EL TIEMPO

Érase una vez, una civilización en la que el tiempo corría demasiado deprisa. Los días pasaban y lo único que se percibía era una sociedad abrumada por las prisas, el querer estar en todo y en nada, total para qué, ni ellos mismos lo sabían.
La sociedad había establecido unas ciertas medidas y, si no llegabas, no eras bien considerado en el grupo, así que o estabas dentro o te quedabas fuera. Años y años de soledad impregnaron a sus gentes hasta que, de pronto, la luz vino en forma de tiniebla.
El virus de la esperanza entró en sus vidas, como un huésped dispuesto a quedarse durante varios meses y las expectativas de la sociedad, por una vez en miles de años, no se cumplían. Las gentes estaban descolocadas, no podían salir, relacionarse con otros, trabajar…, pero no se daban cuenta de que, por una vez en muchísimos años, tenían todo el tiempo que tantas veces reclamaron, un tiempo que ansiaban y que siempre les faltó.
Algunos vieron la luz en las tinieblas, otros se quedaron en ellas, otros partieron del horror, pero todos comprendieron lo bonito que era tener tiempo para ellos y sus seres queridos.

Photo by Blake Richard Verdoorn on Unsplash
Photo by Blake Richard Verdoorn on Unsplash

EL PODER DE LA NATURALEZA

Cuántas veces nos hemos sentido superiores a todo lo que nos rodea, por el mero hecho de ser racionales. Desde hace tiempo, venimos sufriendo grandes problemas de contaminación, sobreexplotación de recursos naturales que la madre Tierra nos proporciona, sin pensar en la sobrecarga a la que está sometida ella y todos los seres vivos que la habitan.
Desde mi ventana, puedo observar el gran poder que tiene, solamente estamos privados de libertad los seres racionales ¿por qué será?
Mi respuesta es que la naturaleza es armónica, allí habitan todas las especies sin intentar sobresalir unas sobre otras, no hay competencias, y si alguna no es muy beneficiosa también tiene cabida, por un simple mecanismo de supervivencia: restándole importancia.
Ahora mismo, lo que más me tranquiliza es ver la serenidad que aporta esa estampa, con el ruido de los pequeños seres vivos que aún viven en libertad y que tantas veces hemos maltratado al sentirnos superiores. La madre Tierra ha concedido inmunidad a los seres vivos de otras especies que son capaces de vivir en armonía.
Ojalá aprendamos a vivir en ese estado, ojalá descubramos cuál es nuestro lugar en armonía con el resto, para volver a formar parte de esa pirámide de la vida, que ha estado siendo alterada durante mucho tiempo.

Photo by Daiga Ellaby on Unsplash
Photo by Daiga Ellaby on Unsplash

EL ZOO

No son muchas las veces en mi vida que he visitado un zoo, no me agrada mucho ver esos pobres animales a través de barrotes o cristales en sus recintos malolientes. Lo que más me gustaban eran las exhibiciones, pero siento que a partir de hoy es algo que ya no me convence.
Pobres animales, encerrados años tras años en un reciento que nos parece amplio y ahora comprendo que, al estar privados de libertad, es todo muy pequeño.
Lo noche cae y duermen, mañana amanecerá un nuevo día, les repartirán la comida, el que esté enfermo irá a enfermería y luego abrirán las puertas para ser expuestos para el disfrute de cientos de familias que están viendo sus más estrictas intimidades. Por lo menos nosotros tenemos esperanza de recuperar la libertad, pero ellos van a estar ahí hasta el fin de sus días. Ahora entiendo que los animales necesiten la libertad que por naturaleza les corresponde. Cada ser vivo hemos nacido para estar en nuestro hábitat y, privar de esa libertad, atenta contra la vida. En estos momentos, soy consciente de lo que es estar encerrada y comunicarte a través de los barrotes con tu vecino de enfrente.
Lo más curioso, es que los pequeños pajaritos todos los días me visitan, no sé si me quieren decir algo, pero lo interpreto como un signo de esperanza. Es más, cientos de animales están adentrándose en las calles de las ciudades que están despobladas, limpias y con aire puro, están viendo las maravillas que hay en ellas sin gente que interfiera en sus vidas, están en el paraíso y, a su vez, sirven para que la gente encerrada los vea. ¡Qué paradoja!, no hace falta ir a un zoo para apreciar la diversidad y belleza de la naturaleza, de la Vida.




              



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