Pero, parémonos un momento y hagámonos una pregunta: ¿A quién le interesa que veamos el mundo así?
La estrategia del miedo no es nueva. El miedo paraliza, aísla, debilita el pensamiento crítico. Un individuo atemorizado es más manipulable. Una sociedad asustada es más dócil.
Por ese motivo, y como se puede observar curioseando los libros de historia, el miedo ha sido utilizado por distintos regímenes políticos para justificar la utilización de medidas de control, o directamente el uso de las armas contra pueblos enteros. Incluso hoy en día se recurre a temas como la inmigración o la inseguridad como excusas para limitar derechos y libertades o para generar un discurso de rechazo al diferente.
Los grandes medios de comunicación, plataformas digitales y discursos políticos parecen formar parte de esta estrategia porque, curiosamente, las noticias negativas generan más clics y más visualizaciones, y con ello, mayores réditos económicos. El algoritmo premia lo que alarma, lo que espanta, lo que polariza. Y así, se instala una percepción del mundo donde lo terrible es la constante.
La estrategia del miedo no es nueva. El miedo paraliza, aísla, debilita el pensamiento crítico. Un individuo atemorizado es más manipulable. Una sociedad asustada es más dócil.
Por ese motivo, y como se puede observar curioseando los libros de historia, el miedo ha sido utilizado por distintos regímenes políticos para justificar la utilización de medidas de control, o directamente el uso de las armas contra pueblos enteros. Incluso hoy en día se recurre a temas como la inmigración o la inseguridad como excusas para limitar derechos y libertades o para generar un discurso de rechazo al diferente.
Los grandes medios de comunicación, plataformas digitales y discursos políticos parecen formar parte de esta estrategia porque, curiosamente, las noticias negativas generan más clics y más visualizaciones, y con ello, mayores réditos económicos. El algoritmo premia lo que alarma, lo que espanta, lo que polariza. Y así, se instala una percepción del mundo donde lo terrible es la constante.
¿Quién gana con la estrategia del miedo?
Desde la filosofía y la psicología se nos explica que no vemos el mundo como es, sino como somos, y que, por tanto, la realidad no es neutra. De ese modo, no existen hechos, solo interpretaciones de los hechos.
Si las narrativas dominantes nos presentan un mundo caótico, inseguro, dividido, y nos dejamos influir por esos discursos, estamos beneficiando a quienes “orquestan y venden” esos hechos para ofrecernos seguridad a cambio de libertad: a aquéllos que transforman el miedo en votos para determinadas opciones políticas que prometen que solo con más vigilancia, más control y más recortes de derechos individuales, nos sentiremos más seguros y a salvo.
Si las narrativas dominantes nos presentan un mundo caótico, inseguro, dividido, y nos dejamos influir por esos discursos, estamos beneficiando a quienes “orquestan y venden” esos hechos para ofrecernos seguridad a cambio de libertad: a aquéllos que transforman el miedo en votos para determinadas opciones políticas que prometen que solo con más vigilancia, más control y más recortes de derechos individuales, nos sentiremos más seguros y a salvo.
¿Cómo podemos reaccionar ante este entorno?
Ante estos estímulos, nos queda la mayor de nuestras libertades. La libertad de decidir nuestra respuesta. Podemos elegir no dejarnos arrastrar por la corriente del miedo. Podemos elegir informarnos de forma crítica, cultivar la esperanza, crear comunidad.
Porque afortunadamente, si miramos a nuestro alrededor, podemos ver que también existen otras realidades. Hay millones de personas construyendo un mundo mejor cada día. Gestos invisibles que no llenan portadas de periódicos ni abren telediarios, pero que sostienen la vida. Iniciativas como las comunidades de transición ecológica, las cooperativas que promueven otra economía, los movimientos por la justicia climática o la defensa de la libertad, la igualdad y los derechos civiles.
Voces que no suelen gritar muy alto, pero que, si escuchamos con atención, nos recuerdan que hay quién trabaja para fortalecer vínculos, crear comunidades solidarias y respetuosas con las personas y el medio ambiente y trabajar por un futuro más esperanzador.
No se trata de negar los problemas, sino de ampliar la mirada con una visión positiva y elegir cuál es la realidad que deseas construir y vivir.
Porque afortunadamente, si miramos a nuestro alrededor, podemos ver que también existen otras realidades. Hay millones de personas construyendo un mundo mejor cada día. Gestos invisibles que no llenan portadas de periódicos ni abren telediarios, pero que sostienen la vida. Iniciativas como las comunidades de transición ecológica, las cooperativas que promueven otra economía, los movimientos por la justicia climática o la defensa de la libertad, la igualdad y los derechos civiles.
Voces que no suelen gritar muy alto, pero que, si escuchamos con atención, nos recuerdan que hay quién trabaja para fortalecer vínculos, crear comunidades solidarias y respetuosas con las personas y el medio ambiente y trabajar por un futuro más esperanzador.
No se trata de negar los problemas, sino de ampliar la mirada con una visión positiva y elegir cuál es la realidad que deseas construir y vivir.