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Confesiones al diario de un Caminante

Rafael Ruiz Centeno- Maestro Hechicero- 01/06/2019



Rafael Ruiz Centeno

04/06/2019

El Camino del Corazón es la vía evolutiva que han buscado desde siempre los místicos y los buscadores de la Luz. Este camino tiene muchas maneras de ser recorrido y lo que importa es el proceso, lo que va generando en la vida de cada ser. Es, en definitiva, una puerta abierta al infinito, entendiendo por tal lo incognoscible, lo que todos los seres buscan. Shaogen



LA ÚLTIMA VEZ QUE SURGIÓ UN SUEÑO…

Photo by Alexander Ramsey on Unsplash
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Son días revueltos. Ni siquiera el sol que aprieta tanto por aquí consigue desalojar la sensación de día gris que me acompaña hoy. Como ayer, y la semana pasada, como siempre. Una vida gris, sí, eso es. Esa es una buena definición con la que enmarcaría casi todos los días de mi existencia. ¿Para esto vine aquí? ¿Para ir resolviendo problemas de todos los tamaños que se van presentado uno detrás de otro, cuando no se amontonan a la vez, y no dejan que la sensación de ahogo se vaya nunca? ¿Esto es todo? Va pasando el tiempo y, a medida que voy cumpliendo años, voy soltando por el camino sueños que ya sé que nunca se verán cumplidos. Hasta me cuesta recordar cuál fue la última vez en que surgió un sueño que me hiciera temblar, aunque sólo fuera por un instante.
 
Veo como toda la sociedad se vuelve cada vez más materialista, como el individualismo y el afán de fama o poder lo tiñe todo, como cada vez se acelera más la desigualdad mientras pretendemos tener más, lucirnos más, atesorar más. Los trabajos cada vez más precarios y absorbentes, las familias desunidas y desencantadas, los políticos perdieron el norte y el sentido de su función hace ya bastante tiempo, las multinacionales compran vidas y países enteros creyéndose y actuando ya como los reyes del mundo. Padres que no se hablan con sus hijos, la enfermedad hace estragos por doquier mientras la medicina se revuelve encolerizada buscando culpables siempre fuera de la oficialidad de sus postulados. Egoísmos y egocentrismos pasaron de ser algo externo y curioso que observar a instalarse dentro de mí y de todos los que me rodean. Y el miedo. Un miedo indefinido que se ha ido apoderando de cada una de mis células hasta hacer que ya no haya nada en mis adentros que no se vea influenciado por él.

CUANDO ALGO SE CRUZA EN TU CAMINO…

Photo by Caleb Jones on Unsplash
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Para, para, paaaara…
 
¡Qué buen actor se ha perdido el mundo de la farándula ¿eh?! Sí, sí, un actorazo porque ¿a que estabais asumiendo que yo era así porque así es como se siente una gran cantidad de personas hoy día? Pues no. Estaba tirando de interpretación, y de algo de memoria también, ya que así me sentía antes de que se cruzara en mi vida El Camino del Corazón. ¡Qué cosas tiene la vida! ¡Qué suerte! ¿Suerte? ¿De verdad todavía hay gente que cree en el concepto de suerte? Ummm… ¡Pues yo no! Voy a dejar para otro día la descripción de los mecanismos que generan ese azar venturoso porque tengo algo mucho más importante que contaros.

EL CAMINO DEL CORAZÓN

Photo by Jonathan Klok on Unsplash
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Pues resulta que la percepción de mi vida, y por tanto mi vida misma, ha dado un giro de 180º desde que apareció, o, mejor dicho, desde que aparecí allí, al principio del Camino. Me resulta muy difícil reconocerme en la persona que era antes de iniciarlo, si acaso veo aquel yo con la ternura y la aceptación que vemos la situación de un niño que apenas puede manejar lo que tiene en su entorno más a mano, y mucho menos los mecanismos que lleva incorporados de serie en su interior. Sólo que en mi caso ya llevaba 45 años sin ser consciente de eso.
 
Y claro, si no sabes que lo tienes o incluso no sabes lo que eres, no puedes usarlo ni ser lo que en realidad eres. Ufff, esto parece un pasaje de “Conversaciones con Dios” (Neale D. Walsch), pero en realidad el Camino del Corazón es mucho más que eso.
 
Porque no se trata de ejercitar la mente para comprender, se trata de abrir el corazón para vivir tu vida de acuerdo a tu verdadero ser. Y te va a encantar cuando llegues a eso. Las circunstancias externas pueden ser parecidas (nunca iguales porque también en eso se va moldeando lo de alrededor), pero lo que sin duda distingue a un Caminante de él mismo antes de empezar, o de otro/a que no haya sentido la necesidad de un cambio y de ponerse por tanto en la salida del Camino, es cómo sientes y, por tanto, cómo reaccionas a lo que te va pasando.
 
No te centras en que todo te salga bien porque eso sería ceder tu poder a las circunstancias externas o a los que puedan influir en ese proceso. En lugar de eso aprendes el inmenso poder que tienes para que, cualquiera que sea la situación por la que estés atravesando, salgas victorioso de ella.

ESTO NO VA DE…

Photo by Priscilla Du Preez on Unsplash
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El Camino del Corazón no va de procesos mentales, de eso no tiene prácticamente nada.
 
No va exclusivamente de filosofía, aunque sí está salpicado de una cierta nueva filosofía de vida.
 
Esto no va de teoría, se basa sobre todo en llevar a la práctica todo lo que se va alcanzando en cada etapa.
 
Esto no va de individualismo ni de soledad, se hace imprescindible recorrerlo en grupo.
 
Esto no va de seriedad (se plantea como un juego adaptado particularmente a ti) ni de esfuerzos o tristezas, aunque en ocasiones haya que apoyarse en otros Caminantes, o apoyarlos si son ellos los que te piden ayuda.
 
Esto no va de sacrificios ni de convertirse en mártires, va de la alegría de estar vivos y de reírte por y con tus compañeros.

DISFRUTANDO EL CAMINO

Photo by Aditya Saxena on Unsplash
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Así, recorriendo las distintas etapas, he experimentado que el perdón te libera y hace que vayas más liviano por la vida (olvídate de quedarte enganchado al perdón de los demás hacia ti, ese es su reto, no el tuyo).
 
También que la paciencia es el ingrediente que completa y hace irresistibles a la intención y a la acción.
 
Que puedo dejar que salga la tristeza tras una ruptura emocional y conseguir tras ello más felicidad para mi vida.
 
Que el poder para cambiar mi vida sólo está en mí, en mi disposición para ejercerlo y en las decisiones que vaya tomando. Que siempre he dispuesto para ello de libertad completa, aún en contra de la opinión de cuantos quieren convencerme de que eso no existe.
 
Que tengo un don, o más de uno, y que uno de los motivos principales de mi estancia aquí es expresarlos para mi bien y el de todos los que me rodean. Que ellos también tienen lo mismo, aunque algunos por miedo o por vergüenza no quieran sacarlo a la luz.
 
Que no hay nada que sobre o falte en mi vida. Todo tiene su sentido y una parte del juego es descubrirlo y agradecerlo. Que no hay nadie que sobre o falte en mi vida; yo elijo, yo asumo, yo agradezco.
 
Que lo peor que podría hacer por mí, por mi vida, es dejar que el miedo sea el que vaya configurándola una y otra vez.
 
Que vine para ser feliz y para mejorar el mundo. Que se mejora el mundo mejorando mi mundo y que la felicidad sólo la puedo alcanzar expresando lo que soy en realidad, no lo que se espera que sea.

¿JUEGAS?

¿Os imagináis jugar a ser todo eso ya en cada uno de los días? ¡Sí! Eso es el Camino del Corazón. Si alguien me contara que los que han diseñado este juego son seres de una consciencia superior me lo creería perfectamente.
 
Porque de tanto jugar, de tanto interpretar, de pronto descubres que ya has incorporado todos esos avances de una forma automática, ya actúas y eres así, y ahora lo complicado y lo que exige esfuerzo es no ser lo que eres: un Caminante del Camino del Corazón que va recorriendo sin prisas el camino hacia la plenitud.




              



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