"La experiencia subjetiva de trauma es única y varía en función de la persona y el tipo de trauma. Lo que no varía es el hecho de que el trauma a menudo se convierte en una intrusión devastadora del ansiado estado de tener una vida de paz, tranquilidad y bienestar. Además, se suma el componente de lo inesperado y lo no deseado, lo que produce un sentimiento de fragmentación de uno mismo y de la vida en general”. (Extracto de un artículo de investigación escrito por Rollin McCraty y María A. Zayas, publicado en septiembre de 2014 en la revista Frontiers in Psicología)
Se trataría de autorregular nuestras emociones, eligiendo conscientemente las emociones que sentimos, por ejemplo, la felicidad y el amor, en lugar de la tristeza o el odio. Estos procesos emocionales están íntimamente vinculados a nuestra fisiología y a los procesos cognitivos. Entre los tres sistemas (emocional, físico y cognitivo se producen interacciones constantes. Este es el tema que tratan los dos investigadores arriba mencionados en su artículo: “La Coherencia Cardiaca como técnica para la Autorregulación, Autonomía, Estabilidad y Bienestar Psicosocial”.
Se trataría de autorregular nuestras emociones, eligiendo conscientemente las emociones que sentimos, por ejemplo, la felicidad y el amor, en lugar de la tristeza o el odio. Estos procesos emocionales están íntimamente vinculados a nuestra fisiología y a los procesos cognitivos. Entre los tres sistemas (emocional, físico y cognitivo se producen interacciones constantes. Este es el tema que tratan los dos investigadores arriba mencionados en su artículo: “La Coherencia Cardiaca como técnica para la Autorregulación, Autonomía, Estabilidad y Bienestar Psicosocial”.
¿Cómo puede ayudar en casos de trauma el hecho de comenzar a autorregular las emociones?
Para empezar, es importante entender que cuando alguien cambia, o auto-regula sus emociones, hay un cambio también en su ritmo cardíaco.
Este cambio en el ritmo cardíaco a su vez juega un papel importante en la activación de las funciones cognitivas superiores, creando estabilidad emocional y facilitando estados de calma. Con el tiempo, esto crea una nueva línea base de referencia, unos nuevos circuitos que generan un tipo de memoria implícita que organiza la percepción, los sentimientos y la conducta.
Esta nueva línea base es clave, ya que su objetivo es sustituir la referencia de línea de base interna en la que se asienta la memoria de un evento traumático, un circuito que se activa una y otra vez cuando se viven situaciones que tienen el mismo colorido emocional que lo que nos produjo el dolor.
“Las personas que sufren de traumas corren el riesgo de vivir sus vidas a través de los filtros automáticos de experiencias familiares anteriores o de hechos traumáticos del pasado", afirman los autores.
Así pues, si la autorregulación de las emociones y el establecimiento de una nueva referencia de línea de base pueden ayudar. Pero ¿por dónde empezar?
En primer lugar, el Dr. Bessel van der Kolk, uno los principales expertos del mundo sobre el trauma, participante de un seminario del Instituto HeartMath, señalaba que un enfoque terapéutico común ha sido hasta no hace mucho la siguiente máxima: "Al apelar al sentido común en la gente, usted puede hacer que cambien de alguna manera".
“Esto no funciona”, dijo van der Kolk, fundador y director médico del Centro del Trauma en Brookline, Massachusetts. "El estudio del trauma muestra inequívocamente, que no puedes hacer entrar en razón a la gente (al hablar con ellos) ya que el trauma no es un problema de cognición. Es una cuestión más compleja en la que los sistemas biológicos están desordenados".
“Las investigaciones han demostrado que los ejercicios que afectan a la regulación o autorregulación pueden ser un gran éxito en el tratamiento de trauma. Hay dos maneras en que podemos aprender a regular nuestras emociones y pensamientos por nosotros mismos: Uno es de abajo hacia arriba, trabajando sobre la forma de respirar, moverse y tocar, y el otro es de arriba hacia abajo (el cerebro)".
Los tratamientos e investigaciones en el Centro del Trauma se han centrado recientemente en comprobar la variabilidad del ritmo cardíaco (HRV), y como los cambios de latido a latido en el ritmo cardíaco, son una medida fundamental en casos de trauma para determinar la capacidad para autorregular las emociones.
Van der Kolk citó un estudio realizado por su colega y amigo el Dr. Enrico Mezzaccapa, quien dirigió un equipo en el Hospital infantil de Boston. Se investigaron 42 niños traumatizados y también niños normales en varias escuelas públicas de la ciudad. Lo que encontraron fue un hallazgo muy importante.
La capacidad de obtener el control de sus acciones, mirar antes de saltar, la capacidad de pensar acerca de cómo sus actos afectaban a otros, la decisión de inhibirse de hacer algo, etc. se correlacionó con una buena variabilidad de la frecuencia cardíaca. Los niños que eran agresivos o antisociales tenían poco control ejecutivo y la variabilidad del ritmo cardíaco era muy pobre. También descubrieron algo que es increíblemente importante en la terapia, ya que estos niños tuvieron menor modulación simpática, lo que significa que les resulta muy difícil comprometerse en una tarea, y estaban más preocupados con la evitación de cosas desagradables que en participar con entusiasmo en cosas nuevas.
Volviendo al artículo de investigación McCraty y Zayas, explican que efectivamente tratar el trauma para plantear una nueva línea de base como primera referencia interna implica una mayor conciencia de sí mismo y después aprender a reconocer sus mecanismos de respuesta, reacciones e identificar el permanente trasfondo emocional (miedo, proyección negativa, inseguridad, preocupación, etc.). Una vez que se logra la consciencia el siguiente paso es aprender cómo autorregular conscientemente los pensamientos y emociones negativos y reemplazar cada vez más estos sentimientos con actitudes y percepciones más neutrales o positivas.
Los investigadores hicieron hincapié en la importancia y beneficios de algo tan sencillo como aprender alguna buena técnica de respiración. Con ello relacionaban los sistemas naturales de curación del cerebro para la autorregulación: Trauma, variabilidad del ritmo cardíaco y la necesidad de aprender a respirar. A una gran parte de los niños traumatizados les cuesta mucho tomar una respiración completa.
Se han llevado a cabo extensos estudios y ensayos sobre los beneficios de la respiración, no sólo en casos de trauma, sino en una amplia gama de afecciones, incluyendo enfermedades relacionadas con el corazón, depresión, manejo del enojo y muchas otras debilitantes. El trabajo desarrollado en el Instituto HeartMath ha generado una serie de técnicas encaminadas a la auto-regulación de las emociones.
El primer paso en la mayoría de las técnicas se llama respiración orientada al corazón, que incluye poner atención en el centro del pecho (el área del corazón) e imaginar que el aliento fluye dentro y fuera en esa zona mientras respira un poco más lento y más profundo de lo habitual.
Esta regulación consciente de la respiración, normalmente a un ritmo de 10 segundos (inspiración), 5 segundos (retener el aire) y 5 segundos (expulsar el aire), aumenta la coherencia cardiaca y comienza el proceso de cambio a un estado más coherente. En situaciones difíciles o después de que una fuerte emoción se haya disparado, la respiración focalizada en el corazón representa una ayuda para quitar intensidad a la emoción y bajar el volumen de la reacción.
Fuente: Instituto HeartMath
Para empezar, es importante entender que cuando alguien cambia, o auto-regula sus emociones, hay un cambio también en su ritmo cardíaco.
Este cambio en el ritmo cardíaco a su vez juega un papel importante en la activación de las funciones cognitivas superiores, creando estabilidad emocional y facilitando estados de calma. Con el tiempo, esto crea una nueva línea base de referencia, unos nuevos circuitos que generan un tipo de memoria implícita que organiza la percepción, los sentimientos y la conducta.
Esta nueva línea base es clave, ya que su objetivo es sustituir la referencia de línea de base interna en la que se asienta la memoria de un evento traumático, un circuito que se activa una y otra vez cuando se viven situaciones que tienen el mismo colorido emocional que lo que nos produjo el dolor.
“Las personas que sufren de traumas corren el riesgo de vivir sus vidas a través de los filtros automáticos de experiencias familiares anteriores o de hechos traumáticos del pasado", afirman los autores.
Así pues, si la autorregulación de las emociones y el establecimiento de una nueva referencia de línea de base pueden ayudar. Pero ¿por dónde empezar?
En primer lugar, el Dr. Bessel van der Kolk, uno los principales expertos del mundo sobre el trauma, participante de un seminario del Instituto HeartMath, señalaba que un enfoque terapéutico común ha sido hasta no hace mucho la siguiente máxima: "Al apelar al sentido común en la gente, usted puede hacer que cambien de alguna manera".
“Esto no funciona”, dijo van der Kolk, fundador y director médico del Centro del Trauma en Brookline, Massachusetts. "El estudio del trauma muestra inequívocamente, que no puedes hacer entrar en razón a la gente (al hablar con ellos) ya que el trauma no es un problema de cognición. Es una cuestión más compleja en la que los sistemas biológicos están desordenados".
“Las investigaciones han demostrado que los ejercicios que afectan a la regulación o autorregulación pueden ser un gran éxito en el tratamiento de trauma. Hay dos maneras en que podemos aprender a regular nuestras emociones y pensamientos por nosotros mismos: Uno es de abajo hacia arriba, trabajando sobre la forma de respirar, moverse y tocar, y el otro es de arriba hacia abajo (el cerebro)".
Los tratamientos e investigaciones en el Centro del Trauma se han centrado recientemente en comprobar la variabilidad del ritmo cardíaco (HRV), y como los cambios de latido a latido en el ritmo cardíaco, son una medida fundamental en casos de trauma para determinar la capacidad para autorregular las emociones.
Van der Kolk citó un estudio realizado por su colega y amigo el Dr. Enrico Mezzaccapa, quien dirigió un equipo en el Hospital infantil de Boston. Se investigaron 42 niños traumatizados y también niños normales en varias escuelas públicas de la ciudad. Lo que encontraron fue un hallazgo muy importante.
La capacidad de obtener el control de sus acciones, mirar antes de saltar, la capacidad de pensar acerca de cómo sus actos afectaban a otros, la decisión de inhibirse de hacer algo, etc. se correlacionó con una buena variabilidad de la frecuencia cardíaca. Los niños que eran agresivos o antisociales tenían poco control ejecutivo y la variabilidad del ritmo cardíaco era muy pobre. También descubrieron algo que es increíblemente importante en la terapia, ya que estos niños tuvieron menor modulación simpática, lo que significa que les resulta muy difícil comprometerse en una tarea, y estaban más preocupados con la evitación de cosas desagradables que en participar con entusiasmo en cosas nuevas.
Volviendo al artículo de investigación McCraty y Zayas, explican que efectivamente tratar el trauma para plantear una nueva línea de base como primera referencia interna implica una mayor conciencia de sí mismo y después aprender a reconocer sus mecanismos de respuesta, reacciones e identificar el permanente trasfondo emocional (miedo, proyección negativa, inseguridad, preocupación, etc.). Una vez que se logra la consciencia el siguiente paso es aprender cómo autorregular conscientemente los pensamientos y emociones negativos y reemplazar cada vez más estos sentimientos con actitudes y percepciones más neutrales o positivas.
Los investigadores hicieron hincapié en la importancia y beneficios de algo tan sencillo como aprender alguna buena técnica de respiración. Con ello relacionaban los sistemas naturales de curación del cerebro para la autorregulación: Trauma, variabilidad del ritmo cardíaco y la necesidad de aprender a respirar. A una gran parte de los niños traumatizados les cuesta mucho tomar una respiración completa.
Se han llevado a cabo extensos estudios y ensayos sobre los beneficios de la respiración, no sólo en casos de trauma, sino en una amplia gama de afecciones, incluyendo enfermedades relacionadas con el corazón, depresión, manejo del enojo y muchas otras debilitantes. El trabajo desarrollado en el Instituto HeartMath ha generado una serie de técnicas encaminadas a la auto-regulación de las emociones.
El primer paso en la mayoría de las técnicas se llama respiración orientada al corazón, que incluye poner atención en el centro del pecho (el área del corazón) e imaginar que el aliento fluye dentro y fuera en esa zona mientras respira un poco más lento y más profundo de lo habitual.
Esta regulación consciente de la respiración, normalmente a un ritmo de 10 segundos (inspiración), 5 segundos (retener el aire) y 5 segundos (expulsar el aire), aumenta la coherencia cardiaca y comienza el proceso de cambio a un estado más coherente. En situaciones difíciles o después de que una fuerte emoción se haya disparado, la respiración focalizada en el corazón representa una ayuda para quitar intensidad a la emoción y bajar el volumen de la reacción.
