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Ya están naciendo



Luis Arribas Mercado

22/04/2023

En los últimos años, han sido muchos los testimonios de personas que se han visto sorprendidas por el comportamiento de los niños que formaban parte de su familia. Los niños, que cuentan generalmente entre tres y doce años tienen, por ejemplo, una relación con las nuevas tecnologías que no es producto de un aprendizaje convencional, sino que da la impresión de que ya vienen a este mundo con la lección aprendida.



Foto de Johnny Cohen en Unsplash
Foto de Johnny Cohen en Unsplash
Estos niños podrían ser el resultado de un proceso evolutivo que comenzó a mediados de los años 60 del siglo pasado, cuando la sociedad vivió un cambio significativo en su forma de entender su papel en el mundo. El “Mayo Francés” de 1968 y antes las nuevas corrientes musicales o la aparición de tendencias filosóficas procedentes de Oriente, fueron el caldo de cultivo que, décadas más tarde, facilitaron el nacimiento de una generación que manifestaba un desarrollo intelectual muy superior a las generaciones anteriores.
 
Entre las personas que nacieron después de acabar la Segunda Guerra Mundial y que a principio de los años 70 vivieron la explosión de la filosofía hippy, el enfrentamiento contra la guerra de Vietnam, el pacifismo o la puesta en tela de juicio de los dogmas religiosos, hubo quien sembró en el corazón humano la idea de que un mundo mejor era posible, que no estábamos solos en el Universo, que el ser humano al poner un pie en la Luna había dado un paso trascendental en su avance evolutivo…
 
Esa generación de personas, pioneras del cambio, a lo largo de los años 80 dieron a luz a una nueva generación que, teóricamente, venían para continuar el cambio que comenzaron sus padres pero, lamentablemente, la realidad ha demostrado que los sistemas reaccionarios, las grandes corporaciones, los que no quieren que haya cambios, los que propician el miedo, las pandemias, las guerras, la corrupción política y económica, etc. han fagocitado cualquier intento de que la sociedad tome un rumbo diferente.
 
Entre la generación de los 80 y la de los niños actuales, nacida entre el año 2000 y el 2011, apareció otra con unas características preocupantes. Pertenecen a esta generación intermedia muchas de aquellas personas que, a pesar de tener a su disposición todo lo necesario para ser protagonistas de un nuevo orden mundial más coherente y armónico, se han convertido en gente con un nivel cultural bajísimo, ignorantes de lo que es una correcta comunicación oral, alejados de cualquier esfuerzo, donde todo lo basan en las informaciones que les facilita Internet, cuyo lema es ¿para qué estudiar si todo se lo dan hecho? Es el territorio de los “influencers”, personajes que se han creído que sus opiniones y formas de ser son dignas de ser copiadas y seguidas…
 
Afortunadamente, también pertenecen a esta generación intermedia jóvenes que han recibido una educación coherente y que son conscientes de que el futuro está por hacer y que ellos tienen un papel importante en la creación de ese futuro.

Una nueva generación al menos en la mente

Sin embargo, esa generación de los años 80 de la que hablaba anteriormente, llevaba en sus genes el programa que sus padres les habían transmitido y, fruto de ello, son los niños que están naciendo actualmente y que, incluso, muchos de ellos afirman que no son de este mundo…
 
La generación de la que forma parte históricamente nuestra civilización surgió hace 25.000 años, cuyo exponente paradigmático fue la civilización atlante, cuyo éxodo a raíz de la desaparición de su continente facilitó un cambio trascendental en la evolución humana, el periodo Neolítico, que transformó la vida de los seres humanos abriéndoles las puertas de la supervivencia.
 
En estos momentos estamos cerca de vivir otro cambio generacional más importante si cabe que los anteriores y los niños que están naciendo actualmente en todo el mundo son los primeros en pertenecer a ella.
 
Frente a una visión del ser humano y del planeta que lo alberga basada en postulados religiosos, donde la figura de un Dios omnipresente y todopoderoso, al que solo la fe podría acercarle al ser humano, está surgiendo, desde hace unas décadas, una visión holística que pretende conocer a ese Dios a través de sus manifestaciones, sobre todo las de carácter material. Según esta nueva forma de entender el concepto religioso, los nuevos individuos que habitarán y dirigirán nuestro planeta y que están naciendo en estos últimos años, serán quienes conseguirán que los desarrollos sociales, técnicos y de cualquier otra índole, que están actualmente en un estado primitivo, alcancen un estadio espectacular, sobre todo teniendo en cuenta que traen en sus genes la capacidad de equilibrar de forma natural el funcionamiento de los dos hemisferios cerebrales.
 
Ese nuevo funcionamiento de la mente les permitirá diseñar nuevos paradigmas en todos los ámbitos sociales, nuevos marcos éticos y de valores que conformarán una sociedad distinta, más unida, más sostenible, más respetuosa con todos los seres sintientes, más pacífica… en definitiva, esa sociedad armónica que ha latido en el corazón de los seres humanos desde los albores de la humanidad. Tal vez, sea ahora, en estas primeras décadas del siglo XXI, cuando tengamos que colocarnos una octava mayor para percibir la realidad de un modo más global… Tal vez, sea ahora el momento idóneo para acceder a un tipo de inteligencia superior: La inteligencia del corazón, que nos llevará a un estado de Conciencia más acorde con la próxima etapa evolutiva a la que nos enfrentamos. Ojalá que así sea.




              



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