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Las civilizaciones perdidas



Maria Pinar Merino Martin

04/09/2019

Forman parte de los mitos y las leyendas y han sido objeto de estudio e investigación. Mantienen enigmas y misterios que la ciencia y la tecnología tratan de desentrañar. Forman parte de los eslabones perdidos de la historia pues desafían a la lógica de la evolución. Las civilizaciones perdidas suponen para el ser humano del siglo XXI preguntas sin respuesta, enigmas sin resolver… y pueden resultar fuente de inspiración que nos ayude a abrir la intuición, a aunar mente y corazón para buscar respuestas a los desafíos que hoy nos presenta la vida.



Una clase magistral de Geenom

Photo by Alan Hurt Jr. on Unsplash
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La Tierra hace 50.000 años estaba conformada de un modo bastante distinto a como hoy la conocéis.
 
Vamos a centramos en un continente situado en lo que hoy conocéis como el Océano Atlántico. Era una vasta extensión de terreno con forma de huso o triángulo isósceles, que fue llamada Tierra de Aztlán o Atlántida.  Medía aproximadamente de Norte a Sur 6.000 kms. y de Este a Oeste 1.200 Kms. En la zona Noroeste unas enormes montañas se elevaban llegando a sobrepasar los 10.000 m de altitud. El suelo era muy fértil y gozaba de un clima benigno, porque esos montes les preservaban de las corrientes frías del Norte.
 
Casi contiguo se encontraba otro continente con una actividad telúrica muy acusada, ocupando lo que hoy es América del Norte y del Sur. La inestabilidad era tal que aparecían por doquier volcanes que intentaban aliviar la presión interna de la zona. Frecuentes movimientos sísmicos agitaban las tierras y las fuerzas desatadas de la naturaleza producían desastres climatológicos.  Todo ello dificultaba el asentamiento de seres humanos en esa zona.
 
En Atlántida se instalaron los más adelantados intelectualmente y con el paso de los siglos fueron desarrollando una amplia cultura. Floreció una civilización que superaba, en algunos aspectos, a la actual. Habían logrado grandes avances tecnológicos y desarrollado ciencias como la medicina, la aeronáutica y la ingeniería en sus diferentes acepciones. Conocían la energía eléctrica que obtenían fundamentalmente del Sol. También conocían la energía atómica y aunque no la usaban como arma se desestimó por contaminante. El Sol les proporcionaba toda la energía eléctrica que necesitaban. Habían construido grandes y modernas ciudades, lo que les permitía llevar una vida cómoda.
 
No llegaron a construir naves espaciales, pero si unos vehículos voladores similares a los helicópteros actuales, cuyas hélices se movían por electricidad. Habían diseñado baterías extremadamente potentes de larga duración y poco peso.

La sociedad atlante

https://www.mundoesotericoparanormal.com/
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Su sociedad no estaba basada en el dinero, pero no era muy justa debido a la presencia de las castas. Los atlantes, por el hecho de serlo, tenían más privilegios que cualquiera que fuese de otro país y, entre los atlantes, tenían especiales prebendas los militares y sacerdotes.
 
Un grupo de élite, minoritario, había logrado desarrollar áreas cerebrales que aún permanecen inexploradas para los actuales pobladores de la Tierra. Manejaban energías mentales que causaron un enrarecimiento de la armonía planetaria, influyendo sobre las conductas sociales, haciéndolas muy similares a las actuales. Tenían muy desarrolladas las glándulas pineal y pituitaria, lo que les abría las puertas de la telepatía y de otras percepciones extrasensoriales.
 
No obstante, el desarrollo moral o la evolución espiritual no fueron paralelos al desarrollo tecnológico y cometieron el error de crear una sociedad teocrática, donde las castas sacerdotales tenían un gran poder y ascendencia sobre el pueblo. Con el paso del tiempo, el excesivo protagonismo de los sacerdotes trajo consigo el derrumbamiento de la fe. Se incrementó la delincuencia y la droga, que hasta entonces había sido utilizada para curar, se usó para la evasión mental.
 
Por otra parte, el abuso de la tecnología desembocó en una sociedad cómoda y escéptica, con degradación paulatina de los valores morales. El ser humano fue perdiendo autonomía hasta terminar esclavizado por la técnica.
 
Además, los sistemas políticos y económicos estaban orientados hacia la explotación de otros pueblos menos industrializados o desarrollados. Los atlantes terminaron por controlar las materias primas y por ende la economía. Manipularon la difusión, el conocimiento y la religión, por lo que la pauta ideológica de sus dirigentes era la que marcaba la evolución de toda la generación de habitantes de la Tierra.

Otros pueblos habitaban la Tierra

Photo by Kyle Glenn on Unsplash
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También poblaban el planeta otros pueblos que estaban asentados en lo que hoy es Europa, Asia y África. Estos tenían un menor desarrollo intelectual, aunque pertenecían a la misma etapa evolutiva y también procedían de Urano, al igual que los atlantes. Sin embargo, las condiciones climatológicas que tuvieron que soportar, extremadamente adversas, no les permitieron desarrollarse culturalmente con facilidad y tuvieron que contentarse con crear una cultura rural.
 
Estos seres humanos convivían con los oriundos de la Tierra que poblaban esas mismas zonas, a los cuales enseñaron el uso del fuego, la agricultura, el comercio y la organización social. Gracias a eso pasaron de ser nómadas a sedentarios y comenzó a desarrollarse una incipiente industria, cultura y filosofía de vida. Este movimiento social se conoce con el nombre de Revolución Neolítica. Sin embargo, todos estos pueblos permanecían sometidos al yugo de los atlantes.
 
Otra gran migración, que llegó a la Tierra poco antes que los atlantes, estuvo compuesta por seres procedentes de Marte y de un planeta muy lejano llamado Lemurt. Todos ellos se asentaron en un continente conocido como Lemuria, que se encontraba en el Océano Pacífico.
 
Estos eran hombres sencillos, agricultores y artesanos y no contaban con ejército alguno. Tenían un carácter pasivo y dedicaban su mente a la meditación. Sus vidas estaban plagadas de una gran cantidad de ritos, tabúes y ceremonias. Como contrapunto de los atlantes, no estaban nada tecnificados.
 
El afán colonialista de los atlantes pretendió sacar del pueblo lemurt materia prima barata, pero no consiguieron que el pueblo se movilizara. Después de varias matanzas, desistieron en su empeño.
 
Por el grado de desarrollo alcanzado, muchos de los pobladores de la Tierra, sobre todo de Atlántida y Lemuria, tenían la oportunidad de pasar a la siguiente etapa de evolución. Sin embargo, una sucesión de errores determinó un final muy distinto para ellos.
 
Al final de la civilización atlante la degradación moral y espiritual fue casi total. Practicaban la esclavitud de otras razas a las que sometían a todo tipo de vejaciones y abusos, obviando su condición de seres humanos. Se convirtieron en una sociedad racista y explotadora.

El legado de los atlantes

Imagen de Peggy und Marco Lachmann-Anke en Pixabay
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A pesar de todo, en los últimos años se dispersaron por el Este y el Oeste algunos elementos no prostituidos que lograron transmitir sus enseñanzas a pueblos de lo que hoy es América Central y del Sur y también al Norte de África, como Egipto, y en Europa a las zonas que hoy ocupan España, Francia e Irlanda: habitadas por los pueblos vascos, normandos y celtas.
 
Los druidas fueron los receptores de la enseñanza atlante y fueron dejando su legado a las generaciones sucesivas a través de individuos elegidos que pudieran continuar su obra.
 
En el Norte de África floreció la civilización egipcia y en el Mediterráneo las culturas persa, griega y romana. En América se concentraron en zonas como Perú, Bolivia, México, Guatemala y Ecuador.
 
En Oriente, en cambio, la India recibió la influencia de Lemuria. A los vedas les llegó el conocimiento a través de las incursiones de los pueblos arios del Norte de Europa y Asia. El yoga, por ejemplo, fue una simbiosis atlante-lemurt.
 
El afán imperialista de los atlantes los llevó a guerras sucesivas y se provocaron grandes trastornos en el planeta unidos a la degradación ecológica que se había acelerado en los últimos años. La atmósfera, un día limpia y rica, se fue haciendo irrespirable y dañina, ocasionando enfermedades y muerte. Se produjeron cambios climatológicos que terminaron con el precario equilibrio de la ecología. La temperatura del globo aumentó de tal forma que los hielos, que aún cubrían gran parte de la corteza terrestre, se fundieron y provocaron el mayor cataclismo conocido hasta entonces. Terremotos, maremotos y volcanes se sucedían cambiando la orografía de la Tierra. Las montañas desaparecían abriéndose en su lugar profundas simas por las que escapaba el magma incandescente. Las convulsiones del planeta eran de tal envergadura que gran cantidad de seres vivos perecieron en una catástrofe de proporciones inimaginables.

Hundimiento de la Atlántida

Photo by Viktor Jakovlev on Unsplash
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El hundimiento de la Atlántida se fue produciendo de forma paulatina y por zonas. El sur se hundió primero (lo componía una tercera parte aproximadamente). 10.000 años más tarde se hundió el norte como consecuencia de la caída de un gran meteorito y aproximadamente 15.000 años después, el centro se partió en dos hundiéndose de forma brusca (representaba casi las dos terceras partes del continente pues el Norte, que ya se había hundido, era pequeño). En esa zona central es donde se encontraba la capital: Poseidón. Este último hundimiento provocó un maremoto gigantesco que anegó grandes zonas del planeta, especialmente la cuenca mediterránea, y también produjo desplazamientos continentales, grietas en la corteza terrestre y grandes terremotos y volcanes.
 
Fue conocido históricamente como el Diluvio Universal y realmente fue un diluvio, porque la evaporación del agua del mar, producida por la entrada en contacto del magma ígneo del interior de la Tierra con la masa de agua, a través de las grietas, produjo nubes espesísimas de vapor de agua, que fueron dejando caer lluvias torrenciales sobre gran parte del planeta, provocando inundaciones múltiples, aunque luego muchas de las zonas anegadas volvieron a aparecer cuando bajó el nivel del mar.
 
El cataclismo fue casi general y se dejó sentir en todo el planeta, aunque afectó más a Atlántida, pues el continente prácticamente se hundió bajo las aguas.
 
La Tierra, convulsionada, quedó poblada por algunos núcleos aislados que se dedicaron con empeño a reconstruir lo que se había destruido. Una floreciente civilización desapareció bajo las aguas, sin dejar apenas rastro de su paso por el planeta.
 
Vestigios de Atlántida son las Islas Canarias, las Azores, Bahamas y Bímini (el continente americano y Euro-Africa estaban más próximos de lo que hoy están). Los guanches (pueblo canario) fueron descendientes de los atlantes que al quedar aislados volvieron a un tipo de vida primitivo. Lemuria, que se vió también afectada por el cataclismo aunque en menor grado, se hundió parcialmente. Sus restos son las islas de Japón y Polinesia.




              



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