¡Ay, la vida! Pasamos a su lado sin apenas percibir sus olores, su esencia… es tan maravillosa y la bordeamos alrededor. ¿Por qué casi nunca nos paramos a observarla? Pocas veces nos detenemos a mirarla… Si en vez de pasar a su lado, nos sentásemos y nos deleitásemos con todo lo que nos muestra ¿Acaso necesitaríamos a alguien que nos desvelase ese secreto?
Es cierto, si, puede ser que la vida sea un misterio, pero ¿para qué descubrirlo? ¿Por qué tenemos esa necesidad? Podemos vagar libremente por él… ¿por qué no vivirlo, por qué no disfrutar de cada momento? ¿Por qué queremos ir siempre al fondo de la cuestión?
Tenemos todo lo que queremos, no necesitamos más. Somos nuestros propios magos. Hacemos de nuestros sueños la realidad. Por tanto, ¡qué más da cuál sea el misterio! ¡Qué más da lo que venga a continuación! Si todo es hermoso, si todo está bien como está. Simplemente debemos vivir nuestra propia esencia, oír más allá del infinito y más dulce y sutil de los sonidos que puedan venir de la Tierra. Y, aun así, no estaremos oyendo todo lo que podemos oír.
¡Observad! ¿De verdad conseguimos ver aquello que realmente queremos ver? ¡Ay, la vida! Siempre hay que mirar un poquito más allá, pero no con los ojos, sino con el corazón. Traspasar barreras. Solo así conseguiremos ver más allá. Lo inexistente y lo que realmente existe y aun así no conseguimos ver.
¡Maravillosa la vida! y nos pasamos todo el viaje buscando como buscadores. Creo que ha llegado el momento de pasar a la acción. Dejemos de buscar y comencemos a andar ese camino… a disfrutarlo… a pararnos cuantas veces consideremos para gozar de esas experiencias... de las buenas y de las no tan buenas porque todas, las unas y las otras llevan realmente incorporado un inestimable aprendizaje. Y este, este sí que es un gran misterio…
¿Por qué nunca nos hacemos caso a nosotros mismos? ¿Por qué no decidimos andar nuestro propio camino? ¿Por qué nos cuesta tanto escuchar a nuestro interior, a nuestro Ser, en definitiva, a nuestro YO?
Es cierto, si, puede ser que la vida sea un misterio, pero ¿para qué descubrirlo? ¿Por qué tenemos esa necesidad? Podemos vagar libremente por él… ¿por qué no vivirlo, por qué no disfrutar de cada momento? ¿Por qué queremos ir siempre al fondo de la cuestión?
Tenemos todo lo que queremos, no necesitamos más. Somos nuestros propios magos. Hacemos de nuestros sueños la realidad. Por tanto, ¡qué más da cuál sea el misterio! ¡Qué más da lo que venga a continuación! Si todo es hermoso, si todo está bien como está. Simplemente debemos vivir nuestra propia esencia, oír más allá del infinito y más dulce y sutil de los sonidos que puedan venir de la Tierra. Y, aun así, no estaremos oyendo todo lo que podemos oír.
¡Observad! ¿De verdad conseguimos ver aquello que realmente queremos ver? ¡Ay, la vida! Siempre hay que mirar un poquito más allá, pero no con los ojos, sino con el corazón. Traspasar barreras. Solo así conseguiremos ver más allá. Lo inexistente y lo que realmente existe y aun así no conseguimos ver.
¡Maravillosa la vida! y nos pasamos todo el viaje buscando como buscadores. Creo que ha llegado el momento de pasar a la acción. Dejemos de buscar y comencemos a andar ese camino… a disfrutarlo… a pararnos cuantas veces consideremos para gozar de esas experiencias... de las buenas y de las no tan buenas porque todas, las unas y las otras llevan realmente incorporado un inestimable aprendizaje. Y este, este sí que es un gran misterio…
¿Por qué nunca nos hacemos caso a nosotros mismos? ¿Por qué no decidimos andar nuestro propio camino? ¿Por qué nos cuesta tanto escuchar a nuestro interior, a nuestro Ser, en definitiva, a nuestro YO?