Cuando sientas a tu lado la tristeza
que se aferra al corazón cuando desmaya, si tus fuerzas no soportan su dureza…
¡ven a mí!
Cuando sufras el desdén de la fortuna, caprichosa con aquellos que la aman,
si los sueños que forjaste se derrumban…
¡ven a mí!
Cuando vayas caminando en pos del Cielo y el fracaso cruel y avaro te lo impida,
si no hay nada que te sirva de consuelo…
¡ven a mí!
Cuando el gozo de tu vida es un “te quiero” y se muere sin remedio una mañana,
si el dolor es el vacío, si es un duelo…
¡ven a mí!
Cuando pierdas la esperanza en el amigo, cuando sientas que la muerte te corteja, si no encuentras en el mundo ya motivo…
¡ven a mí!
Cuando palpes el silencio del rechazo, cuando un nudo en la garganta te atenace, si te niegan el refugio e unos brazós…
¡ven a mí!
Si el ocaso del otoño te entristece
y el cansancio hace presa en tu mirada, si el reflejo de tu estrella se oscurece…
¡ven a mí!
Si despiertas entre nubes de amargura y en tu pecho no hay cobijo a la ventura,
que se aferra al corazón cuando desmaya, si tus fuerzas no soportan su dureza…
¡ven a mí!
Cuando sufras el desdén de la fortuna, caprichosa con aquellos que la aman,
si los sueños que forjaste se derrumban…
¡ven a mí!
Cuando vayas caminando en pos del Cielo y el fracaso cruel y avaro te lo impida,
si no hay nada que te sirva de consuelo…
¡ven a mí!
Cuando el gozo de tu vida es un “te quiero” y se muere sin remedio una mañana,
si el dolor es el vacío, si es un duelo…
¡ven a mí!
Cuando pierdas la esperanza en el amigo, cuando sientas que la muerte te corteja, si no encuentras en el mundo ya motivo…
¡ven a mí!
Cuando palpes el silencio del rechazo, cuando un nudo en la garganta te atenace, si te niegan el refugio e unos brazós…
¡ven a mí!
Si el ocaso del otoño te entristece
y el cansancio hace presa en tu mirada, si el reflejo de tu estrella se oscurece…
¡ven a mí!
Si despiertas entre nubes de amargura y en tu pecho no hay cobijo a la ventura,
si tus ojos no perciben la hermosura…
¡ven a mí!
Si tus labios se han quedado ya resecos sin caricias que otros labios le ofrecían, si se mueren poco a poco ya desiertos…
¡ven a mí!.....
porque yo estaré esperándote, amor mio, recostada en el diván de la esperanza con un mundo que ofrecerte de cariño.
Porque quiero ser, mi bién, tu mano amiga ahuyentar de tu camino la tristeza
y vestir de colores tu sonrisa.
Y en tu oído ser la voz que te susurre mi mas íntimo rosario de poesía.
Y sentirme mensajera de placeres y adorarte para siempre ¡vida mía!
Alejarte como nunca del olvido y morir contigo entre caricias.
Y en el trágico final de cada tarde cuando sólo disfrutemos nuestra dicha, es mi anhelo descansar entre tus brazos y hacer la noche eterna… cada día.





































