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Escuela Bayta de Gangtey



Lourdes Sanz

04/05/2018

La mañana se alza entre neblinas en el valle de Gangtey, de origen glacial, una extensa llanura surcada por un río que, escaso de agua, juega a retorcerse en su camino.



Foto: Mª Jesús Villaseñor
Foto: Mª Jesús Villaseñor

La mañana se alza entre neblinas en el valle de Gangtey, de origen glacial, una extensa llanura surcada por un río que, escaso de agua, juega a retorcerse en su camino.
Nos encontramos en un lugar alejado de poblaciones importantes, una zona rural entre montañas, donde sus gentes se dedican a la agricultura y que poseen pocos medios económicos.

La primera parada del día es la escuela de la zona: Bayta Community Primary School.
Es para mí uno de los alicientes de este viaje a Bhután: conocer un poco más de cerca el trabajo que en materia educativa se realiza en este desconocido pero intrigante país.
El acceso al terreno escolar pasa por un tablado sobrevolado de madera y una pequeña escalera, con tres escalones de subida y otros tantos de bajada, que salvan un espacio anegado de aguas en la época monzónica, y a las que darán salida unas pequeñas acequias.

Los niños, a pesar de ser sábado, han acudido al centro. Nos esperan sentados en el patio, en filas, muy ordenados. Sus profesores están con ellos, esperándonos. Nos enteramos de que aunque no hay clases este día, los alumnos acuden a realizar tareas de limpieza y mantenimiento de las instalaciones. Es el modo de colaborar y aprender, al mismo tiempo, el valor del orden y la cooperación.
(Inmediatamente acuden a mí pensamientos de comparación, es inevitable. Mi colegio tiene un servicio diario de limpieza y elevamos quejas a dirección si algún espacio no lo encontramos en condiciones.)

Un grupo de turistas belgas ha regalado a los niños unas bolsas de caramelos y algunos de ellos los reparten a sus compañeros entre sonrisas de alegría y agradecimiento.
La sonrisa es una constante en el rostro de niños y adultos en este hermoso país. Su mirada limpia ilumina las fotografías que se les hacen continuamente y ante las cuales parecen ser ellos los agradecidos.

Empiezan las labores, dirigidas por los profesores, y los niños se distribuyen en los diferentes espacios:
  • En el salón de actos-gimnasio unos cuantos alumnos friegan el suelo y a continuación el escenario;
  • Mientras un pequeño juega en la entrada del aula infantil con algunas piezas de colores, otros compañeros la limpian con esmero;
  • Algunos otros están cortando ramas para reciclado;
  • Otros ayudan a colocar estacas en el suelo del patio, acotando un espacio rectangular. Están creando un parque infantil;
  • Al fondo del patio se amontonan estructuras de mesas y tableros sueltos, los cuales esperan a ser colocados en su lugar;
  • Y muchos de ellos, curiosos, nos siguen en nuestro recorrido por las instalaciones.
Respiro intensamente el lugar y doy un paseo por las aulas. Son oscuras, en algunas de ellas no hay luz. Ni calefacción (¡y estamos en el Himalaya, con sus crudos inviernos!). Las paredes, descascarilladas, están llenas de murales, en inglés y en dzongkha (su idioma natal), que han confeccionado los alumnos: de ciencias naturales, lenguaje, vocabulario inglés, rincón de mates, hábitos de higiene, conservación del agua limpia, actuación ante terremotos… Hay mucho trabajo detrás de cada papel o cartulina colgada en aquellas paredes.

Las aulas están muy deterioradas: hay socavones, algunos ya parcheados, con cemento que sobresale en altura del resto del suelo, fácil para tropezar; mesas pequeñas y desiguales; algunas sillas son de plástico, de bar; libros y cuadernos apilados en un pequeño armario… Para mí todo aquello es un pequeño tesoro que no dudo en escudriñar: lecturas, cálculo, actividades de inglés, muestras de dzongkha,… desde pequeños aprenden los dos idiomas.
En algunas mesas, o en el suelo, los niños han depositado sus bolsas con el almuerzo (volverán a casa por la tarde). Son de plástico entrelazado, de alegres colores. Comen allí a diario. Llegan algunos desde lejos, el valle es extenso. Los que viven más alejados tardan 20 minutos en su recorrido, siempre caminando.
También encuentro, sobre una de las pizarras, un pequeño cartel confeccionado por alumnos, sumamente importante para ellos:

GNH - Gross National Happiness
 
Four pilars of GNH
1. Economic Self Reliance
2. Enviroment Preservation
3. Culture Promotion
4. Good Governance
(Los cuatro pilares de la Felicidad Nacional Bruta: 1. Desarrollo Económico Equilibrado y Justo; 2. Conservación del Entorno Natural; 3. Preservación y Práctica de la Cultura; y 4. Fomento del Buen Gobierno.)
Son los principios que rigen un país que intenta salir del analfabetismo y que tiene un gran sueño: que todos sean felices. Así de sencillo y así de grandioso. Y que apuesta por la educación como un medio de gran valor para ese fin.

La educación aquí es llamada EL SECTOR NOBLE. Se tiene muy presente que los niños de hoy son el futuro del país y no se descuida su formación, tratando de compartir con los alumnos los valores esenciales que forman personas íntegras, con capacidad de iniciativa y dedicación al cuidado del planeta.

El encuentro con el director nos remueve un poco a todos. Está agradecido por la visita y nos cuenta las dificultades que tiene el centro  para salir adelante. Si bien el gobierno dotó en su día de escuelas, mantiene el sueldo del profesorado y dota de materiales a los alumnos, también es cierto que estructuralmente las instalaciones tienen muchas carencias. Nos cuenta que en los días de mucho frío, o en los días nublados, con muy poca luz, se salen al patio porque la temperatura es mejor y es más agradable que estar en el interior.

Recogemos entre todos algo del dinero que llevamos y se lo damos. Este entregado profesor lo recoge totalmente emocionado y se le humedecen los ojos. Lo que para nosotros suponen apenas unos euros (le entregamos rupias) para ellos es un mundo, con ello pueden empezar a hacer cambios en aquellos espacios que sólo ellos gestionan con mucho afán, ilusión y dedicación.

Es más adelante, en un grato encuentro con Mr Thakur S. Powdyel, exministro de educación, que obtenemos más datos sobre la educación en Bhután y entendemos la motivación que  mantiene a los profesores con la ilusión y el esfuerzo a pie de aula.
Mr Powdyel impulsó la reforma educativa en profundidad. Y los esfuerzos han ido dando sus frutos. Bhután se comprometió a sacar de la ignorancia a sus habitantes y tuvo el valor de, siendo un pequeño y desconocido país, reunir a 80 pensadores y expertos en educación de diversos lugares del mundo, durante 9 días, para la reflexión y discusión sobre cuáles eran realmente los objetivos de la educación.

Más adelante invitaron a todos los líderes en educación del país: más de 600 directores de escuelas, junto con los diputados; y tuvieron 6 días intensos de entrenamiento sobre conceptos de FIB. Se generaron materiales. Los equipos de educación, para formar a sus profesores, llegaron a todos los rincones del país en poco tiempo (es un país pequeño). Un gran esfuerzo para un gran sueño.

El nuevo paradigma a seguir en el país debía combinar la necesidad de mejorar la inteligencia y las habilidades con la necesidad de construir confianza y personalidad. Por lo tanto se lanzó, a nivel nacional, un programa de reforma educativa llamado “Educando para la Felicidad Nacional Bruta”, que se hizo posible a través de la creación de Escuelas Verdes por un Bhután Verde, que quiere desarrollar la ecología en diversas vertientes:
  • Ecología de la Naturaleza: la capacidad para descubrir y respetar los vínculos vitales con todas las formas de vida;
  • Ecología Social: habilidad para construir relaciones, bondad y energía positiva para esparcirlas en el entorno social;
  • Ecología Cultural: el reconocimiento de lo que somos y que nos hace ser lo que somos, nuestros valores, sensibilidades y formas de ver la vida;
  • Ecología Intelectual: la predisposición positiva a las ideas nuevas, al conocimiento y a la información;
  • Ecología Académica: la capacidad para descubrir y valorar las grandes ideas que definen y validan las diferentes disciplinas académicas;
  • Ecología Estética: la habilidad para ampliar el campo de la sensibilidad para apreciar objetos e ideas que elevan e iluminan la vida más allá de lo habitual y ordinario;
  • Ecología Espiritual: la aceptación de la necesidad de un objeto más elevado, más noble y más sublime para conseguir mayor plenitud;
  • Ecología Moral: la capacidad para discernir entre diferentes valores que nos caracterizan como humanos.
Según esta filosofía, el triángulo que debe caracterizar al profesorado del siglo XXI aúna “visión estratégica, conciencia espiritual y capacidad pedagógica práctica” (curiosamente la religión no forma parte de las áreas que se trabajan en las aulas, pero es un modo de vida muy arraigado en la sociedad).

Entiendo que cuando se tiene muy claro lo que se quiere conseguir y se trabaja aunando esfuerzos, haciendo labor de equipo y poniendo el alma en ello, los resultados son la mejora, en este caso, de la calidad de la educación.

Posiblemente no lo tengan todo conseguido todavía, pero el objetivo está claro, el camino está trazado y el país va caminando. Lo considero un referente para otros países, incluido el nuestro, que ha ido implantando diversas reformas educativas, pero en la que todavía falta que la base real del desarrollo del currículo sea la formación integral del ser humano.

Termino con estas hermosas palabras de Mr Powdyel que representan la esencia de una visión clara y un sueño:
“UNA ESCUELA ES UNA VELA EN LA OSCURIDAD.”




              


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