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En el agujero de un botón



Transformadora de las Emociones, Calor del Corazón y Ave de las Estrellas

31/07/2019



Imagen de Anita Smith en Pixabay
Imagen de Anita Smith en Pixabay
Amanecía, el sol se elevaba en el horizonte y el trinar de los pájaros ponían melodía a la mañana, soleada y veraniega. Al fondo la montaña se veía verde y frondosa, el invierno había sido bastante lluvioso, todo era armónico.
 
Se presentaba un magnifico día para disfrutar de un buen desayuno y después pasear por la playa antes de que se llenara de gente y sombrillas.
 
Intentaba recordar lo soñado la noche anterior mientras me abrochaba el botón de una camisa azul a rayas cuando uno de los botones resbalo entre mis dedos cayendo y rodando hasta casi debajo de la cama, me incliné para recogerlo y el botón parece rodar intencionadamente hacia el pasillo para llegar a los pies de una estantería llena de libros mágicos. Sorprendida intento coger el botón, pero me doy cuenta de que ¡uno de los agujeros lanza destellos de luz violeta! Mis ojos se clavaron en el orificio y sus fugaces destellos.
 
No se cómo ocurrió, pero ese agujero se convirtió en un pasadizo cubierto de hiedra a ambos lados, mostrando un suelo de albero y un sendero en medio de una frondosa vegetación… ¡Sin darme cuenta me había adentrado en el Camino del Corazón!
 
Pronto reconocí sus paisajes y posadas y a otros Caminantes, iban cantando, sin prisa, nos saludamos y les pregunte si sabían dónde estaba la cabaña “Del Calor, la Emoción y la Esperanza”, a lo que me respondieron que la cabaña me encontraría a mí, nos sonreímos y cada uno siguió su camino.
 
A la izquierda, tras una encina bien poblada brillaba como un diamante algo que no lograba distinguir, me acerqué a comprobar lo que era y me encontré una pequeñísima flauta de plata, preciosa, la cogí entre mis manos y parecía que siempre había sido mía, pues me provocaba un sentimiento tierno y profundo como el abrazo de mi madre. Inmediatamente me la llevé a la boca donde un sonido mágico y envolvente parecía inundar todo, la acerqué a mi corazón y me fundí con ella...
 
Seguí caminando y me encontré en un claro del bosque dónde había bancos de piedra con cerámicas pintadas con motivos de instrumentos musicales, rodeados por unos arcos que parecían abrazarse, como si de un templete se tratara. Una rosa de los vientos esculpida en el suelo mostraba los distintos vientos.
Una señora de pelo blanco y cejas negras me esperaba sobre el pretil de una fuente donde podía leerse:
 
  “LA MENTE INVADE EL ALMA DE LOS MAS DEBILES Y ATORMENTA A LOS MAS SABIOS”
 
Ella me explico la magia y los secretos de la flauta (sostenía entre sus manos otra exactamente igual) , de mis ojos resbalaron lágrimas de felicidad, sonaron nuestras flautas y nos abrazamos durante un largo rato,  hasta que desapareció…Mientras, irrumpía un grupo de Caminantes que venía siguiendo a  Calor del Corazón, se sentaron en círculo en los bancos ,cogiéndose todos de la mano y fue entonces cuando nos dimos cuenta que nuestro aspecto físico se correspondía más con nuestro avatar que a nuestros cuerpos humanos.
 
Calor del Corazón indicó a los Caminantes que pusieran sus manos sobre la rosa de los vientos, inmediatamente la rosa se congeló y cristalizó convirtiéndose en un lago helado.
 
Mientras tanto, Ave de las Estrellas observaba desde uno de los arcos el desarrollo de los acontecimientos, pues ella desde las alturas velaba por los Caminantes perdidos prestándoles su ayuda.
 
Pronto comprendimos que eran Caminantes que venían del sendero de la mente… Todos ellos traían alguna parte de su cuerpo congelado, una mano, una pierna, otro el corazón, alguno un órgano interno… todos habían sufrido ataques en el camino y les habían convencido de que la lógica siempre era la opción más acertada, que los sueños eran perder el tiempo, y que pensar con el corazón era absurdo pues la gente era intrínsecamente mala y actuar con el corazón no era más que una utopía, pero un día regresaron al camino cansados de deambular sin sentido.
 
Las miradas perdidas y dispersas sobre el hielo eran una imagen triste y desoladora. Fue inevitable la más compasiva de mis miradas, decidí coger las manos de cada uno de ellos y poco a poco regresaba el color rosado a sus mejillas, perdiendo la palidez que les caracterizaba como transeúntes de la mente. El hielo se fue derritiendo por el calor que desprendían los caminantes y fue entonces cuando el agua se convirtió en rocío resbalando por las hojas de árboles y flores…
 
Le pedí a Transformadora de las Emociones si podía hacer algo que les devolviera la alegría y las ilusiones… sacando su flauta mágica comenzó a tocar y hubo un baile de sonidos y colores donde las energías doraban la estancia. Todos empezamos a reír, a danzar y las caras alargadas y sombrías cambiaron su expresión por una belleza difícil de describir.
 
¡Ave de las Estrellas! Grité, pues ya no la veía, estaba sobrevolando el Bosque de las Emociones, apareció risueña con vivos y preciosos plumajes... ¡Únete a la fiesta! -Le dije.
 
¡Vuelvo en seguida!  -Contestó ella y marchó majestuosa.
 
Regresé al momento cargada de un surtido de frutas para la ocasión.
 
Durante largo rato todos bailamos, reímos y compartimos sentimientos de agradecimiento, de pronto un silencio se hizo en el templete, nos miramos los unos a los otros ¡apareció el Miedo! Los Caminantes de la Mente temieron ante tanta alegría volver a su situación anterior.
 
Volando sobre los jardines les dibujé en el cielo una sonrisa:
 
 “Soy Ave de las Estrellas y os traigo la esperanza, no la perdáis pues estamos en la Posada del Calor de la Emoción y de la Esperanza y lo vivido hoy aquí quedara grabado en cada uno de nosotros como un tatuaje, para que, en momentos de desánimo, nos ayude a recordar que somos Caminantes del Camino del Corazón”.
 
Sentimos un cosquilleo en nuestras muñecas, justo donde se toma el pulso y asombrados observamos cómo iba apareciendo una pequeña ave tatuada en nuestra piel, comprendiendo que la magia existe.  Sonreímos y nos fundimos en un gran abrazo.
 
Un ladrido agudo me sobresaltó, todo ha sido un sueño pensé, mirando el botón que seguía en mi mano.
 
Inmediatamente giro el brazo y compruebo que ¡el ave está impreso en mi muñeca!
 
Un escalofrío profundo recorre cada parte de mi cuerpo y un suspiro intenso me envolvía en un estado de felicidad jamás sentido anteriormente.




              



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