cglobal

El por qué de la Ciencia del Yo



Luis Arribas Mercado

20/02/2020

Desde mediados de los años 70 –quizás como consecuencia de los movimientos sociales de los 60- se generó en España, y simultáneamente en el resto del mundo occidental, un movimiento que reflejó muy bien Marilyn Fergusson en su obra “La Conspiración de Acuario”. Este movimiento era el reflejo de la búsqueda de la propia identidad y anidó en miles y miles de personas que sintieron dentro de sí la necesidad de encontrar respuestas a las eternas preguntas: ¿quién soy yo?, ¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde me encamino?



Photo by Paul Gilmore on Unsplash
Photo by Paul Gilmore on Unsplash
Millones de personas quisieron entrar en contacto con las fuentes de información que saciaran esa necesidad de respuestas y fruto de ello fue la proliferación de todo tipo de escuelas de conocimiento, sectas religiosas, movimientos pacifistas, ecologistas, de Nueva Era.... y también salieron al mercado miles de libros con toda clase de temas relacionados con el despertar del ser humano a nuevas realidades, congresos, revistas especializadas en temas esotéricos, de salud, de crecimiento personal..., grupos de contacto extraterrestre, gnósticos, rosacruces... En fin, un conglomerado que posibilitó que durante 25 años la información más variopinta llegara a todos los inquietos buscadores y propiciara un cambio en las estructuras mentales de muchos de ellos, dando lugar al comienzo de eso que se dio en llamar “Masa crítica”.
 
Ahora, a comienzos de la tercera década del siglo XXI, se ha completado el ciclo de información que corresponde al descubrimiento de la propia identidad y se ha abierto el del descubrimiento del papel que el ser humano juega en el entramado cósmico. Y ahí es donde interviene “La Ciencia del Yo”.

La adquisición de consciencia

Photo by Ben Sweet on Unsplash
Photo by Ben Sweet on Unsplash
Para poder apreciar con más claridad la razón de haber puesto en marcha esta iniciativa, podemos hacer un paralelismo entre una célula de un ser humano y el proceso de adquisición de consciencia de ese mismo ser humano:
 
“Durante muchos años la célula ha ido recopilando toda la información disponible acerca de quien era ella y poder así manifestarse ante el mundo de la mejor manera posible. Como consecuencia de ese estudio pudo ser consciente de que formaba parte de un conjunto de células similares a ella y que, al parecer, daban forma y vida a una entidad llamada órgano, en este caso el hígado, por ejemplo.
 
Sigue su proceso de aprendizaje y experimentación con el grupo de células hepáticas tratando de ser la mejor célula de hígado posible y que sus compañeras de grupo lo sean también, para ello entran en contacto con un método de enseñanza que les va proporcionando la manera de alcanzar un mayor nivel de consciencia de sí mismas. Este método de enseñanza posibilita una “comprensión interna” del papel que está jugando y que, poco a poco, le va a llevar a darse cuenta de que el órgano al que pertenece forma parte de algo más grande, un sistema de órganos perfectamente coordinados, cuyas células parece que son diferentes, que cumplen funciones diferentes, pero que cuando se relaciona con ellas comprueba que la diferencia sólo está en la forma, que en la esencia de su núcleo tienen las mismas claves que ella, lo que le lleva a pensar que alguna vez pudo haber una “célula madre” de la cual partieron y que, a pesar de las aparentes diferencias, están hechas a su imagen y semejanza...
 
Un día, nuestra célula, después de haberse relacionado con los diferentes órganos que componen su sistema (vesícula, bazo, páncreas, estómago e intestinos) llega a la conclusión de que no sólo existe este sistema, sino que seguramente hay otros que también están coordinados, un sistema de sistemas (sistema circulatorio, reproductor, respiratorio, nervioso...) y que ya el método de enseñanza le había dejado entrever.
 
Así que enseguida se pone en marcha para tratar de aprender y comprender cómo funciona este supersistema y qué papel cumple ella en él, teniendo en cuenta que las células de esos sistemas también tienen la misma esencia que ella, aunque obviamente su forma sea distinta. Y un buen día descubre que ese sistema de sistemas está enmarcado en una entidad superior, en una unidad que se denomina cuerpo humano. ¡Así que yo soy una célula de un cuerpo humano! -se dice- y piensa que ése es el límite de su universo.
 
Pasa el tiempo y su punto de referencia es cómo alcanzar la comprensión de lo que es realmente el universo conocido. El método de enseñanza que está siguiendo junto con las otras células de su grupo y con las de otros grupos orgánicos, le lleva a pensar que fuera del universo que conforma el cuerpo humano puede haber otros o que tal vez el cuerpo humano no es más que una parte del verdadero Universo.
 
La información que le llega de otras células especializadas en la zona externa le indican -tan pronto como admite la posibilidad de que el universo sea más amplio de lo que pensaba-, que efectivamente el cuerpo al que pertenecen es sólo uno más entre miles de millones habitando en una esfera que llaman planeta. Todos ellos son similares entre sí y lo más sorprendente es que, al decir de unas células superevolucionadas que se llaman neuronas, también se plantean cuestiones similares a las suyas”.

La Ciencia del Yo

Photo by Marc-Olivier Jodoin on Unsplash
Photo by Marc-Olivier Jodoin on Unsplash
La Ciencia del Yo es una forma de entender quienes somos, cual es nuestro origen y hacia donde nos encaminamos como especie. Ya hemos abandonado el colegio e incluso el instituto y nos hemos matriculado en la universidad de la vida, sobre todo aquellos que un día despertaron y pusieron en marcha el mecanismo de su consciencia con dirección a encontrar respuestas a sus eternas preguntas.
 
La Ciencia del Yo surge como un fluido vivificante que va uniendo los conocimientos adquiridos en los más diversos rincones del planeta, por las diferentes culturas y tradiciones que lo pueblan, es enfrentarse al proceso creativo de todo ser humano, soltarse de las amarras que le daban seguridad para sumergirse de lleno en el sentimiento de libertad, de independencia, de identificación de la propia divinidad.
 
Tal vez, La Ciencia del Yo no sea más que una llamada de atención, una forma de provocar (como ocurría con la célula) el interés por descubrir que hay más allá de lo conocido, qué nos deparará el futuro, pero con la diferencia de que ese futuro ya no es algo que se nos da sino que lo creamos conscientemente, sacando de nuestro interior las claves que nos conectan con la totalidad y dirigiendo nuestras energías hacia la comprensión de todo cuanto conforma nuestro mundo, tanto interior como exterior.
 
La Ciencia del Yo representa un paso adelante importante para el ser humano en su ampliación de consciencia; es la ciencia que emana del espíritu y que da respuestas a las cuestiones fundamentales que todos, tarde o temprano, nos hacemos, que reconcilia definitivamente dos aspectos que han estado separados durante demasiado tiempo: mente y corazón.

Photo by Glen Carrie on Unsplash
Photo by Glen Carrie on Unsplash

Una herramienta para el siglo XXI

Nuestro planeta vive, desde hace varias décadas profundas crisis en todas las instituciones que confirman los pilares donde se sustenta la humanidad.  Nos enfrentamos a cambios tan convulsivos y trascendentes que podríamos compararlo con la transformación que supuso la Revolución Neolítica. Si entonces hubo que superar limitaciones físicas que cambiaron la organización social de aquellos seres primitivos, hoy en cambio se desarrolla en otras coordenadas: reconocer, aceptar y vivir la dimensión espiritual de lo seres humanos, lo que trae como consecuencia una concepción distinta en todos los órdenes de la vida.
 
Este cambio nos lleva a la búsqueda de nuevos paradigmas o modelos que sustituyan a los que se han quedado obsoletos: la cultura, la religión, la política, la economía, la salud, las ciencias, el arte… necesitan una nueva dimensión más acorde con las necesidades de las personas.
 
La Ciencia del yo pretende alcanzar un mayor nivel de conocimiento de las leyes que rigen el universo y del papel que el ser humano juega en él. Nos habla de relaciones interpersonales y de las necesidades que los hombres y mujeres intentan cubrir en el medio en que se desenvuelven. Por otra parte, da soporte filosófico a los conocimientos adquiridos con anterioridad por el ser humano y lo hace a través de un compendio de informaciones que nos hablan de ciencia y conciencia, mente y procesos de autorrealización y autoayuda, energías sutiles y su referencia en energías de orden superior y, por supuesto pautas y ejercicios que ayudan a vencer malos hábitos, miedos e inseguridades.
 
Apuesta por la transformación personal de la persona que serán los cimientos donde se asentará una gran transformación social, generando una nueva escala de valores que nos lleven a buscar un mundo mejor, más justo, más sostenible y más pacífico.




              



Artículo leído 990 veces


Otros artículos de esta misma sección
< >

Viernes, 20 de Noviembre 2020 - 15:36 ¿Existe el Libre Albedrío?

Jueves, 6 de Junio 2019 - 12:00 CIENCIA DEL YO: Lección 7









Artículos

¿Existe el Libre Albedrío?

20/11/2020 - Luis Arribas Mercado

El por qué de la Ciencia del Yo

20/02/2020 - Luis Arribas Mercado

CIENCIA DEL YO: Lección 7

06/06/2019 - Maria Pinar Merino Martin

CIENCIA DEL YO: Lección 6 y Solución al ejercicio

05/06/2019 - Maria Pinar Merino Martin

CIENCIA DEL YO: Lección 5

23/05/2019 - Maria Pinar Merino Martin

CIENCIA DEL YO: Lección 4

09/05/2019 - Maria Pinar Merino Martin

Síguenos en las redes sociales
Facebook
Twitter
Rss


Síguenos en Facebook

últimos tweets



Libros para descarga