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El Castillo de la Confianza



Exploradora de lo Insólito, Ave de las Estrellas, Voluntad de Amor, Manos Generosas y Maestro Hechicero

31/07/2019



Photo by Richard Clark on Unsplash
Photo by Richard Clark on Unsplash
Las gotas de rocío resbalaban suavemente animadas por los primeros rayos de sol cuando Exploradora de lo Insólito se separó del grupo.
 
Llevaban ya un rato caminando animados por la mutua compañía y el frescor de la mañana sabiendo que conformaban un grupo heterogéneo y compacto a la vez. Tenían la libertad de ir y venir a su aire, a su ritmo, pero la veteranía en el Camino del Corazón les hacía entender que no había mejor manera de recorrerlo que en grupo, apoyándose unos a otros, aprovechando los dones y lo que cada un@ podía aportar para momentos de alegría, de cansancio, de tormentas o de brisas meciendo las flores.
 
Exploradora de lo Insólito era valiente y curiosa. Así que cuando vio una construcción con apariencia de castillo destartalado un poco alejada del Camino no lo dudó y se dirigió directamente hacia ella. Lo que parecía maleza cubriendo el trecho hasta la entrada resultaron ser plantas aromáticas creciendo en la parte trasera ya que la entrada principal estaba al otro lado. Los postigos no estaban rotos sino a medio abrir, la vegetación en la fachada, en lugar de descuidada, eran enredaderas que vistas de cerca le conferían un aspecto sereno y solariego a la construcción.
 
Sonrió al comprobar una vez más algo que ya había aprendido hacía tiempo, lo de no dejarse llevar por las apariencias, a la vez que vio algo de luz filtrándose…  ¡de dentro a fuera! Estaba llamando con los nudillos cuando la puerta cedió y, al abrirse, un enorme torrente de luz la deslumbró a la vez que Ave de las Estrellas, una reluciente caminante mitad ave mitad mujer, detuvo su aleteo y se plantó frente a ella.
 
-Qué bien que te hayas aventurado por aquí- le dijo con un sincero agradecimiento en la mirada. ¿Recuerdas la ceremonia en que nos comprometimos a expresar el Amor Incondicional? Pues desde entonces me vine a este Castillo de la Confianza sabiendo que vendría alguien que me abriría la puerta, y que tras eso podría empezar a completar mi misión: ir al encuentro de caminantes que se hubieran perdido por miedos, apegos, falta de fe, … ¡Gracias!
 
Ave de las Estrellas alzó veloz el vuelo y en unos pocos minutos ya estaba ante unos caminantes asustados y desorientados hablándoles de esperanzas, de no desfallecer, de dejarse ayudar por otros más curtidos o experimentados cuando el grupo del que había partido Exploradora de lo Insólito les alcanzó y de entre ellos Voluntad de Amor se adelantó acercándose y haciéndoles sentir la calidez que la envolvía.
 
-Deben de pesar lo suyo esas maletas- les dijo señalando unas aparatosas maletas negras que portaban algunos en las que se leía un letrero con la frase “Lo que YO he sufrido”. Esas viejas penas ahí guardadas dificultarán el caminar ¿verdad?
 
La compasión le brillaba en los ojos y Voluntad de Amor se las ingenió para que al poco rato hubiera una música de fondo mientras invitaba a todos a bailar y a jugar en corro. Así dejaron sus manos libres para enlazarlas con las de los demás y las maletas quedaron abandonadas.
 
Mientras reían y disfrutaban, y a una señal de Voluntad de Amor, aparecieron unos gnomos robustos que con un buen esfuerzo consiguieron arrastrar las maletas al fondo de una mina cercana y sellaron la entrada haciéndola invisible.
 
Cuando los caminantes, cansados de bailar, se sentaron en el suelo, vieron que sus maletas habían desaparecido. Se sintieron tan aliviados que comenzaron a reír. Y cuanto más y más reían, más y más ligeros se sentían, hasta que por fin se fueron quedando dormidos sin darse cuenta de que a lo lejos se iba acercando Manos Generosas
 
Manos Generosas era otro caminante veterano que gustaba de transitar los bosques mágicos del Camino del Corazón, llevando habitualmente al hombro un saco liviano en el que portaba objetos práctico-mágicos que construía con sus propias manos en su taller de las montañas donde, a los ojos de sus vecinos, no era más que otro humilde artesano.
 
Esta vez su hatillo estaba formado por cosas aparentemente normales: un bastón, unas gafas, un sombrero, una capa, un periódico…
 
En aquellos instantes sólo él sabía el verdadero significado y don que encerraban cada uno de esos objetos, ya que habían nacido de la habilidad de sus manos y de la magia de su corazón. El bastón daría fuerza y apoyo para caminar, despejar dificultades, disuadir e incluso para defenderse. Las gafas aportarían una visión clara de las tareas diarias, así como de los proyectos futuros, y también permitirían esa visión nocturna necesaria para las noches oscuras del alma. El sombrero calmaría e inhibiría al instante la locura de la mente obsesiva. La capa haría invisible ante el miedo y todo tipo de maldades a su poseedor/a, y también les serviría como protección en esos ratos de tormentas emocionales. El periódico tenía la habilidad de estar permanentemente actualizado, pero además se convertiría en plano o mapa indicando el rumbo y el destino del caminante consultante.
 
Los caminantes, aún dormidos, no le vieron acercarse lentamente y sentarse en el tronco de un árbol caído mientras les observaba con una mirada de amor compasivo y una sonrisa dibujada en su cara.
 
Esperó a las primeras luces del amanecer y solicitó ayuda a los gnomos y duendes del bosque para que prepararan una cálida hoguera y un delicioso desayuno compuesto por frutos del bosque, hortalizas asadas a la parrilla, infusiones aromáticas… que en unos instantes estuvieron humeantes esperando a los comensales.
 
Despidió agradecido a los espíritus del bosque y con delicada suavidad fue despertando uno a uno a los caminantes a la vez que se presentaba y les exponía brevemente sus intenciones.
 
El buen humor y las risas reinaban en el desayuno y todos los que quisieron, de uno en uno, se acercaron donde les esperaba Manos Generosas que los escuchaba con sagrada atención referir las dificultades con las que se encontraban en su caminar. A continuación, elegía y les regalaba uno de los objetos que tenía preparados junto con las indicaciones personalizadas para su uso, los miraba y abrazaba con amorosa compasión y atendía al siguiente con la misma devoción.
 
Una vez que hubo acabado les dio palabras de ánimo y agradecimiento rogándoles que permanecieran en el lugar ya que vio como Maestro Hechicero se perfilaba acercándose.
 
Maestro Hechicero había vivido mucho tiempo de espaldas al mundo de la magia en el camino de la vida. La consideró algo muy anticuado equiparable a leyendas y supercherías para ingenuos e incautos hasta que un día cayó en sus manos un libro y al leer uno de sus pasajes su corazón empezó a retumbar de una manera maravillosamente extraña. Empezó a practicar con ella y un mundo fantástico se hizo presente en sus días para su bien y el de los de su alrededor. E inevitablemente acabó en el Camino del Corazón porque allí la magia era tan real y cotidiana como el aire, el sol o la lluvia.
 
- ¿Quién quiere dejar de sufrir? -preguntó a los allí congregados tras un breve saludo.
 
La gran mayoría alzó la mano o contestaron de viva voz con un Yo quiero”.
 
- ¿Y quién quiere disfrutar de la vida? –preguntó de nuevo inmediatamente.
 
De los tres caminantes que alzaron la mano eligió a la más cercana y le pidió que repitiera sentidamente tres veces la frase “Quiero disfrutar de la vida”. Apenas había acabado de hacerlo cuando una pareja de colibríes empezaron a rodearla mientras jugaban a perseguirse, a hacer cabriolas o se quedaban fijos en vuelo a medio metro de sus ojos.
 
El hechicero les habló entonces de la magia de las palabras, del poder que encerraban para transformar sus vidas, del poder de la palabra amable, de las positivas, de las compasivas, de las que convertían convicciones en realidades, de las sanadoras…
 
-Y lo mejor de todo es que no necesitáis que alguien os regale esa magia. Está en vuestra mano. La podéis hacer todos si eso es lo que queréis.
 
Los más decididos se pusieron a practicar allí mismo y empezaron a aflorar sonrisas porque algunas cosas tardaban minutos en exteriorizarse y en otros esa convicción expresada convertía los anhelos en realidades nacidas ya en el interior y en fase de inequívoca expansión hacia sus vidas.
 
Esa noche, descalzos alrededor de un fuego, los cinco veteranos charlaban animadamente sobre lo vivido esos días.
 
-Pues a mí me ha parecido esta ruta igual de liviana que las otras –comentaba despreocupadamente Ave de las Estrellas- Mis pies siguen perfectos –dijo mirando los suyos y comparándolos con los de los demás mientras sus alas se acomodaban suavemente en su espalda.
 
Los demás la miraron, se miraron entre sí y estalló una carcajada general en los cinco que generaba tanto calor o más del que recibían de la hoguera.
 
El anciano de largas barbas y cabello blanco les observaba a distancia con una sonrisa distinguiendo las oleadas de calor que provenían del fuego de las que generaban sus corazones en sintonía cuando el sueño les fue ganando uno tras otro intentando intuir de qué podría ir la siguiente ruta que el Camino les tenía preparada…




              



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