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«Vivimos en una sociedad en la que el ser humano tiene que buscar no sólo quien es sino por donde ir. Yo creo que hoy, como en todo lugar y en todo momento donde esté el ser humano hay lugar para la mística, para la religión, pero un lugar determinado.
El ser humano de hoy tiene que buscarlo, no ocupa el mismo lugar ni vale lo mismo la religión de hace un siglo o de hace cinco que la que necesitamos las personas del siglo XXI. Tenemos que buscar el lugar teológico de nuestra propia reflexión y situación, no vale algo dado que en otro momento valió, hay que buscar situaciones nuevas en estos ámbitos.»
¿Y las escuelas iniciáticas, las órdenes herméticas, toda la cultura esotérica, tampoco sirven? «No, nada de eso. El problema es que hay que cambiar el lenguaje, hay que expresar las cosas de otra manera. Hay una frase de Raimon Pániker que dice: “El siglo XXI es místico o no será nada”. La gente, cuando escucha esta frase, se centra en proponerse: “tenemos que ser místicos”, pero es que la alternativa es clara o místicos o nada porque el ser humano ha llegado a un desarrollo de su inteligencia, a un nivel de conocimiento, a un desarrollo interior determinado y ahora debe dar un salto cualitativo y eso pasa por su mundo interior, si no pasa por ahí ese salto no se da y, por lo tanto, no sirve de nada enfrentarnos a un siglo donde las soluciones no están hechas, no están dadas. La mística es esa área profunda del ser humano donde contacta con una realidad que está mucho más allá que él, pero dentro de él y hay que encontrar un lenguaje nuevo para expresarla.
Naturalmente que la mística tiene un papel importantísimo en la vida del ser humano. Yo creo que la búsqueda fundamental del siglo XXI tendría que ir por ahí.»
¿Qué utopía te gustaría que se realizase en nuestro mundo para que éste fuera un mundo mejor? «Que el ser humano pudiera cambiar su corazón, si no lo cambia no hay utopía posible”. La utopía significa por definición algo que no tiene lugar, por lo tanto, la utopía es un modelo que hay que conseguir, está al final del proceso, del camino, es lo que tira de nosotros hacia adelante. Es verdad que puede estar al principio del camino, es el tema del paraíso perdido al que queremos volver. La historia del ser humano es una salida del paraíso para una vuelta al paraíso.»
«El ser humano tiene que convertirse, conversión es dirigir el corazón hacia el Este, hacia el lugar por donde sale el Sol, hacia la verdad y la luz; convertir el corazón significa que en vez de ir por el camino hacia abajo es ir hacia arriba y esa inflexión cuesta mucho. El ser humano del siglo XXI tiene que ser consciente de que tiene que cambiar de dirección. Hay que llegar a ese cambio del corazón humano, es una metáfora, pero ese cambio pasa primero por la conversión del corazón y después pasa por el otro; es decir, nosotros tenemos que amar al otro ser humano, al que tenemos al lado. El amor al ser humano es lo que culmina siempre todo proceso de conversión, si una conversión es solo teórica y no culmina en el amor al otro no es verdadera conversión del corazón del ser humano.»
«La Tradición con mayúsculas sin duda, porque la conforma eso que se llama la “filosofía perenne” - término que no es muy bien aceptado por la filosofía oficial-, pero no hay duda que las grandes preguntas y respuestas del ser humano tienen una vigencia allí donde está, es decir, si el ser humano es auténtico en sus preguntas seguirá teniendo la misma capacidad de autenticidad en dar sus respuestas y como la tradición perenne, la verdadera, lo que ha hecho ha sido acumular esas preguntas que el ser humano auténtico se ha hecho a medida que crecía, está claro que esas respuestas nos siguen valiendo.
Además, yo creo también que el ser humano sin Dios no se explica, que Dios sin el ser humano no se culmina y que el Cosmos es una realidad cuyas fronteras no están delimitadas. Es decir, el Cosmos, el ser humano y Dios forman una totalidad, una realidad como un trípode en el que uno va apoyándose en cada una de la patas en función de las necesidades.
Ha habido épocas en las que el trípode se ha asentado en la teología –eso correspondería a la Edad Media- otras épocas en las que el ser humano se ha apoyado en la antropología –sería el mundo moderno- y otras en que se ha ocupado del Cosmos – que sería el mundo antiguo-. Esas tres grandes áreas significan la reflexión filosófica de todos los tiempos y hoy se hace necesario delimitar las líneas que las separan para encontrar fluidez entre las tres.»
¿Cómo definirías qué es «vivir plenamente»? Ha habido épocas en las que el trípode se ha asentado en la teología –eso correspondería a la Edad Media- otras épocas en las que el ser humano se ha apoyado en la antropología –sería el mundo moderno- y otras en que se ha ocupado del Cosmos – que sería el mundo antiguo-. Esas tres grandes áreas significan la reflexión filosófica de todos los tiempos y hoy se hace necesario delimitar las líneas que las separan para encontrar fluidez entre las tres.»
«Es encontrar la fórmula mágica, la plenitud. Esto tiene dos dimensiones, una muy individual que es como el pequeño dedalito que se llena muy pronto, con poca cosa, pero luego hay una plenitud cósmica, universal a la que todo ser humano está llamado.
Así pues, tenemos nuestra formación individual, de preparación, de disciplina, de búsqueda, que es nuestra y no la podemos desechar, pero esa plenitud individual sólo tiene sentido si se vive en una plenitud de una venida de espíritu que “plenificaría” la vida humana en su totalidad.»
¿Hay que llegar a algún sitio?, ¿tiene que haber una meta o es una búsqueda constante? «Yo creo que la meta está tan lejana para el ser humano que... hay una tendencia... si uno quiere llegar al borde del infinito por definición el infinito no tiene borde, nunca se llega, nunca hay un sitio donde pararse y decir hasta aquí. Sí que hay una tendencia hacia donde ir, y ha habido muchos seres humanos que nos han enseñado el camino a lo largo de la historia, los grandes iniciados, los grandes hombres y mujeres que han marcado la tendencia por la que seguir. Dónde pueda llegar la humanidad como tal, esa plenitud total, no podemos ni imaginarlo, si alguna vez llega esa plenitud total ¿qué será?»
«Pues precisamente la búsqueda y el poder compartir la búsqueda con mi marido, que ha sido para mí muy importante, mi marido-novio desde hace mucho tiempo, llevo ya muchos más años viviendo con él que sin él, por lo tanto, ahora ya no podría imaginarme la vida sin él, sería menos de la mitad de yo. No sé ni siquiera si la vida tiene que tener sentido, cuando buscas te das cuenta de que la búsqueda es mucho más grande que tú y entonces tu vida también es un elemento perdido dentro de algo mucho más grande. No se trata de tener un objetivo inmediato que se colme en ese momento sino una realidad que te sobreabunda, que va más allá de ti mismo, que parece buscarse en sí mismo, yo soy el pretexto para que la búsqueda se busque en mí.»
Maria Pinar Merino
Referencias:
MARIA TOSCANO ha sido profesora de Historia de la Filosofía y de Antropología en la UNED y Catedrática de Filosofía del Instituto Isabel la Católica de Madrid. Ha sido profesora de Historia de la Filosofía de los cursos de Teología Universitaria de Postgrado de la Universidad de Comillas y profesora de Filosofía de la Universidad de Mayores de la Universidad de Comillas.
https://congresodeteologia.info/maria-toscano