Vivir con pensamientos negativos



Luis Arribas Mercado

11/01/2024

¿Con qué pie te has levantado hoy? Esta pregunta puede que nos la haga algún familiar o conocido si nos ve con cara de estar amargado o enfadado. En ese momento, uno se para a pensar y se da cuenta de que algo, efectivamente, le está llevando a poner un gesto avinagrado en su rostro.



Haz la prueba y observa la cara de las personas que viajan en un medio de transporte colectivo, el metro, el autobús o el tren. La mayoría de esas personas están serias, no miran con mirada abierta, sin miedo, al contrario, parecería que todas tienen una mirada como de preocupación, parecen tristes o alejados del entorno en el que están. Muchos están con el móvil en las manos, yo diría que la gran mayoría, lo que les permite evadirse de cuanto les rodea y, como si fueran robots, solo se activan cuando oyen por los altavoces que van a llegar a su parada.
 
No digo yo que haya que ir por la vida con la sonrisa puesta en la boca, pero reconozco que me preocupa ver cómo la gente va por el mundo como si fueran zombies, como sin alma, intérpretes de una de esas películas de futuro apocalíptico en la que la gente parece caminar dormida, como sonámbula.
 
¿Y a qué se puede deber todo esto que estoy contando? Seguramente, son muchos los factores que inciden en estos comportamientos humanos, pero hay uno que probablemente tenga una mayor incidencia: el miedo al futuro. Es tal el bombardeo de malas noticias que nos llegan por los medios de comunicación, que si preguntas a cualquiera te dirá que no sabe qué va a pasar, que no solo estamos siendo controlados por el gobierno de turno sino que, además, tenemos la sensación de que en cualquier momento vamos a perder lo poco o mucho que tenemos a mano de especuladores, ladrones, estafadores infiltrados en las redes sociales… Y se han instalado en la mente de las personas las famosas frases de: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”, “Piensa mal y acertarás” o “no te fíes de nadie”… El tema de la pandemia sacó a la luz muchos de estos pensamientos.

Consecuencias de pensar negativamente

Foto de Luiz Rogério Nunes en Unsplash
Vivir con pensamientos negativos o amargados puede tener consecuencias negativas para la salud mental y física, así como para el bienestar y las relaciones. Algunas de las consecuencias que pueden derivarse de este tipo de pensamientos son:
Depresión: Los pensamientos negativos pueden generar un estado de ánimo bajo, tristeza, desesperanza, falta de interés, culpa, aislamiento, etc. Estos síntomas pueden indicar la presencia de un trastorno depresivo, que requiere atención profesional. Ansiedad: También pueden provocar miedo, nerviosismo, preocupación, inseguridad, etc. Estas emociones pueden desencadenar respuestas fisiológicas de estrés, como taquicardia, sudoración, temblores, etc. La ansiedad puede interferir con el funcionamiento normal de la persona y afectar su calidad de vida. Estrés: Además pueden generar una sensación de amenaza, presión o exigencia, que activa el sistema nervioso simpático. El estrés crónico puede tener efectos negativos en el sistema inmunológico, cardiovascular, digestivo, etc. El estrés puede provocar enfermedades, dolores, fatiga, irritabilidad, etc. Baja autoestima: Los pensamientos negativos pueden afectar la forma en que nos vemos a nosotros mismos, nuestra valía, nuestras capacidades, nuestros logros, etc. Una baja autoestima puede generar inseguridad, falta de confianza, autocritica, vergüenza, etc. Una baja autoestima puede limitar nuestro desarrollo personal y profesional. Pérdida de oportunidades: Esa forma de pensar puede impedirnos ver las posibilidades y los recursos que tenemos a nuestro alcance y pueden hacernos renunciar a nuestros sueños, metas, proyectos, etc. Además, pueden hacernos perder la oportunidad de ser felices y de tener éxito en nuestros proyectos. Deterioro de las relaciones sociales: Estos pensamientos pueden influir en la forma en que nos relacionamos con los demás, nuestra comunicación, nuestra empatía, nuestro apoyo, etc. y pueden generar conflictos, rechazo, soledad, aislamiento, etc. afectando negativamente a nuestra vida social y afectiva.
 
Estas son algunas de las consecuencias que pueden tener los pensamientos negativos o amargados en tu vida. Sin embargo, es importante saber que los pensamientos no son hechos, sino interpretaciones que hacemos de la realidad. Por lo tanto, podemos cambiarlos y transformarlos en pensamientos más positivos, realistas y constructivos. Para ello, lo primero que tendríamos que tener en cuenta es que somos libres para realizar todo lo que nos propongamos apoyándonos en nuestras capacidades y valores. Lo segundo, aprender a decir “NO” a todas esas propuestas que nos llegan vía telefónica, telemática o publicitaria que solo persiguen el beneficio de los demás. Lo tercero, no dejarse influir por las malas noticias dejando de ver los telediarios, por ejemplo. Y también seguir el refrán gallego que dice “Nunca llovió que no escampara”, sabiendo que lo malo de hoy mañana ya no será noticia.
 
Otra posibilidad es recurrir a la ayuda de un profesional de la psicología, que nos oriente y nos enseñe técnicas para modificar nuestros patrones de pensamiento. También podemos practicar hábitos saludables, como el ejercicio físico, la meditación, el ocio, el humor, etc., que nos ayuden a mejorar nuestro estado de ánimo y nuestra salud. Recuerda que los pensamientos tienen un gran poder sobre nuestra vida, y que depende de nosotros usarlos a nuestro favor. Los pensamientos negativos pueden oscurecer nuestra visión de la realidad y hacernos sentir atrapados y solos. Sin embargo, también muestra que hay una salida, una luz que nos invita a cambiar nuestra forma de pensar y a buscar el lado positivo de las cosas.






Artículo leído 482 veces

Otros artículos de esta misma sección