Las etapas de la vida



Luis Arribas Mercado

01/08/2020

Hay quien opina que cada siete años renovamos todas nuestras células, excepto las neuronas, que guardan nuestra historia. Es decir, que cada siete años tenemos un cuerpo nuevo, diferente en muchos aspectos, pero renovado.



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También hay quien opina que nuestra vida la podemos dividir en etapas de siete años y que, en cada una de ellas, vivimos experiencias que, al ir acumulándose, dan como consecuencia las personas que somos hoy en día.
 
De los 0 a los 7 años somos seres dependientes y sometidos a todo tipo de influencias del entorno, sobre todo familiar, de tal manera que, según el tipo de familia en que hayamos nacido, así podrá ser la forma en que veamos el mundo, es decir, seremos repetidores de lo que nuestros padres nos hayan inculcado.
 
De los 7 a los 14 empezamos a comprobar que la educación recibida hasta ese momento se contradice, en muchos casos, con lo que estamos viviendo en otros ambientes, aunque todavía seguimos dependiendo de la familia en todos los sentidos. La pubertad y el despertar de la sexualidad nos descolocan y aparecen un montón de emociones que no sabemos controlar al cien por cien.
 
De los 14 a los 21 predomina el tema de los estudios y la relación con el otro sexo. La familia es percibida como un freno, nos sentimos poco comprendidos y nos gustaría no depender tanto de ella.
 
De los 21 a los 28 es, generalmente, la entrada en el mundo laboral, la puesta en práctica de lo que hemos estado estudiando. Ahí aparece la competitividad, la necesidad de demostrar a los demás y a nosotros mismos que somos capaces de alcanzar las metas que nos propongamos.
 
En esta etapa, probablemente, tengamos una relación más o menos estable con alguien con quien hacer planes para el futuro.
 
De los 28 a los 35 años es una etapa de desarrollo profesional y de toma de decisiones en lo afectivo. Queremos alcanzar el techo más alto de nuestra carrera profesional y nos olvidamos de otras cosas tan importantes o más que eso, como el amor, la amistad, el ocio...
 
De los 35 a los 42 quizás hayamos alcanzado nuestro techo profesional, aunque a lo mejor no era el que hubiéramos querido. También es probable que este periplo nos haya costado un divorcio o una separación.
 
También es posible que hayamos cambiado de trabajo buscando nuevas oportunidades para alcanzar el nivel profesional más alto al que queremos llegar, aunque ya empezamos a intuir que el que tenemos es el más alto al que podemos aspirar.
 
De los 42 a los 49 nos entran ganas de dejar el trabajo actual y montarnos por nuestra cuenta «solos o en compañía de otros», como se dice en el argot de los pleitos judiciales.
También es posible que nos salga todo mal y perdamos dinero y amistades dada nuestra inexperiencia, aunque también puede ocurrir todo lo contrario y que consigamos el éxito apetecido. Depende de multitud de variables que no siempre dependen de uno.
 
De los 49 en adelante es época de recolección, de cosechar los resultados de nuestro trabajo a lo largo de los años. Ya no se trata de invertir dinero y esfuerzos en cosas nuevas, salvo que esas cosas sean las que verdaderamente a uno le hacen feliz.
 
Es una etapa para compartir con otros nuestra experiencia, tanto en lo profesional como en lo personal. Y en lo relativo al amor, a partir de esta edad, es la época mejor para vivirlo, con madurez, sensibilidad, comprensión y toda suerte de bienaventuranzas.
 

(Extraído del libro “Entre nosotros. Reflexiones de Filosofía cotidiana). Comprar aquí






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