Capacidad de volar



Maria Pinar Merino Martin

05/10/2023

Tenemos una imagen del amor distorsionada porque en realidad no lo hemos visto nunca. El amor es algo más que un buen sentimiento, más que ser meramente necesitado o que tus necesidades se vean satisfechas. Mientras llega el AMOR se producen una serie de “entretantos” que son las experiencias que necesitamos para aprender a conocernos y explorarnos para saber lo que realmente somos. Esas experiencias van dirigidas a descubrir que el amor es la experiencia interna y personal de un bienestar total, es estar lo bastante sosegado para sentir lo que ocurre dentro de ti y después aprender a reconocer y aceptar tus sentimientos.



Cuando estás en presencia de la persona que amas te sientes como si pudieras volar. El error consiste en creer que esa persona es la que te hace volar. Tras muchos aterrizajes de emergencia descubres que volar es algo que consigue uno mismo en cuanto es capaz de relajarse.
 
Relajar los miedos, las heridas, las decisiones enojosas, los juicios y las conclusiones, relajar las exigencias, las expectativas y las fantasías. Cuando estas con el otro te sientes bien, por desgracia uno empieza a pensar que es esa persona quien te hace sentir bien.
 
Otras veces uno pasa media vida intentando encontrar a alguien que consiga lo mismo que él o ella había conseguido: hacer que nuestra vida y nosotros mismos estuviésemos bien. ¿Cuándo se rompe ese círculo? cuando comprobamos que nos sentimos bien siendo sencillamente nosotros mismos. De esta forma “el entretanto” se hace mucho más fácil y es entonces cuando puede aparecer “el otro” en nuestra vida.

La interrelación personal satisfactoria

Foto de Atharva Dharmadhikari en Unsplash
Según la psicología positiva fluir con la vida es encontrar el equilibrio perfecto entre el disfrute y el desafío. Es llegar a vivir momentos en los que la creatividad o la actividad que estemos realizando nos llegan de placer y de sentimientos positivos.  Fluir es cuando eres capaz de disfrutar de lo que estás haciendo olvidándote de todo lo que no tiene que ver con esa tarea.
 
Fluir es un estado de consciencia en el que la mente, las emociones y el cuerpo se sincronizan y se enfocan en la actividad que estamos realizando. El psicólogo norteamericano Mihaly Csikszentmihalyi fue el que generó la teoría de flujo o “Flow” y que dio pie a investigaciones posteriores donde se descubrió que durante la experiencia se estimulaba la producción de endorfinas, se reducía el miedo o la inseguridad, se generaba un neurotransmisor que implica la concentración al disminuir la percepción de los estímulos exteriores.
 
Si aplicamos este concepto a las relaciones se trataría de ser fiel a ti mismo siempre, sin pretender ser o hacer nada distinto a lo que piensas, sientes y eres. Sería la manifestación real, desde la libertad, sin fingir o pretender, sin aparentar algo diferente a lo que eres.
 
Para ello el primer paso es aceptarte tal y como eres, con tus dificultades, tus bloqueos, tus resistencias… Es sentirte a gusto contigo mismo y sentir que los demás te aceptan también. Cuando se crean esas condiciones se genera confianza, bienestar, aceptación, deseos de disfrutar del presente y de abrirse juntos al futuro.
 
Sentirse querido, aceptado, valorado tal y como eres, con tus luces y tus sombras, genera autoestima. Fluir sería compartir la plenitud del ser con otra/s persona/s, una experiencia placentera que nos genera un gran bienestar.

UNO APRENDE... A VECES

Foto de Dương Hữu en Unsplash
"Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el Amor no significa recostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender que los besos no son contratos y los regalos no son promesas y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, con la gracia de una mujer y no con el dolor de un niño...
 
Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes. Y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad, y después de un tiempo uno aprende: si es demasiado, que hasta el calorcito del sol quema.
 
Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
 
Y uno aprende que realmente fue de aguantar, que uno es realmente fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... con cada adiós, uno aprende". Jorge Luis Borges.






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