Pero ¿qué significa apostar por la paz?
Foto de Yuriy Kovalev en Unsplash
Esta apuesta va más allá de desear que cesen las guerras o de pedir el fin de los conflictos armados.
Apostar por la paz es una decisión profunda que nace en cada uno de nosotros y que se traduce en elecciones que debemos tomar en cada momento que vivimos.
Se trata de elegir el diálogo por encima del enfrentamiento, la empatía y la comprensión por encima del juicio. Es el saber escuchar, pero también argumentar, sin intentar imponer. Y respetar al otro, aunque a veces no lo entendamos.
No puede haber paz en el mundo si la paz no está en nosotros mismos, en nuestro corazón. Desde ahí, se expande a través de nuestros pensamientos, nuestras palabras y en nuestros actos cotidianos. Y apostar por la paz también significa apostar por la justicia, la solidaridad, la dignidad humana, la sostenibilidad y el cuidado de nuestro entorno.
En un mundo donde la competitividad, el individualismo y el intento de dominar al otro parecen ser las dinámicas habituales, la paz se convierte en una forma de resistencia. Apostar por la paz es apostar por la solidaridad, el bien común y el respeto a los demás.
La paz empieza en lo más íntimo: en nuestros pensamientos, en nuestras emociones, en nuestras palabras. Desde ahí se expande como una onda. Porque no puede haber paz en el mundo si no hay paz en el corazón. Y no puede haber paz verdadera si no se construye también desde la justicia, la equidad, el cuidado por los demás y por la Tierra que habitamos.
El mundo necesita personas que crean que otra realidad es posible y apuesten por la paz con hechos concretos: que eduquen en valores, que trabajen por sanar heridas, que construyan en lugar de destruir.
Para ello se necesita compromiso y fuerza interior. Porque, aunque parezca que no basta con nuestras pequeñas acciones diarias, la suma de esas pequeñas acciones, realizadas por muchas personas, es la semilla del cambio, el motor de una verdadera transformación.
Apostar por la paz puede ser profundamente Re-Evolucionario.
Apostar por la paz es una decisión profunda que nace en cada uno de nosotros y que se traduce en elecciones que debemos tomar en cada momento que vivimos.
Se trata de elegir el diálogo por encima del enfrentamiento, la empatía y la comprensión por encima del juicio. Es el saber escuchar, pero también argumentar, sin intentar imponer. Y respetar al otro, aunque a veces no lo entendamos.
No puede haber paz en el mundo si la paz no está en nosotros mismos, en nuestro corazón. Desde ahí, se expande a través de nuestros pensamientos, nuestras palabras y en nuestros actos cotidianos. Y apostar por la paz también significa apostar por la justicia, la solidaridad, la dignidad humana, la sostenibilidad y el cuidado de nuestro entorno.
En un mundo donde la competitividad, el individualismo y el intento de dominar al otro parecen ser las dinámicas habituales, la paz se convierte en una forma de resistencia. Apostar por la paz es apostar por la solidaridad, el bien común y el respeto a los demás.
La paz empieza en lo más íntimo: en nuestros pensamientos, en nuestras emociones, en nuestras palabras. Desde ahí se expande como una onda. Porque no puede haber paz en el mundo si no hay paz en el corazón. Y no puede haber paz verdadera si no se construye también desde la justicia, la equidad, el cuidado por los demás y por la Tierra que habitamos.
El mundo necesita personas que crean que otra realidad es posible y apuesten por la paz con hechos concretos: que eduquen en valores, que trabajen por sanar heridas, que construyan en lugar de destruir.
Para ello se necesita compromiso y fuerza interior. Porque, aunque parezca que no basta con nuestras pequeñas acciones diarias, la suma de esas pequeñas acciones, realizadas por muchas personas, es la semilla del cambio, el motor de una verdadera transformación.
Apostar por la paz puede ser profundamente Re-Evolucionario.
María Antonia Oteros
Aunque mi formación y mi profesión están relacionadas con el derecho y las normas, mi vocación es escribir y divulgar. Apasionada por la historia, la filosofía y el crecimiento personal, desearía, a través de mis escritos, promover una reflexión serena y comprometida sobre los valores humanos y la búsqueda de sentido en tiempos de transformación.
Y como miembro de la Asociación Catalana para el Fomento de la Economía del Bien Común, colaboro en la difusión de los principios que representa, a fin de concienciar respecto de un cambio de modelo social y económico para construir, entre todos, una sociedad más justa, más democrática y participativa, más digna y más sostenible.
Y como miembro de la Asociación Catalana para el Fomento de la Economía del Bien Común, colaboro en la difusión de los principios que representa, a fin de concienciar respecto de un cambio de modelo social y económico para construir, entre todos, una sociedad más justa, más democrática y participativa, más digna y más sostenible.