Sólo se tiran piedras al árbol que da frutos



Luis Arribas Mercado

05/06/2023

Esta reflexión viene a cuento de las noticias que se están produciendo últimamente en torno al racismo y la xenofobia, sobre todo manifestados en el ámbito deportivo.



Foto de Wylly Suhendra en Unsplash
Parece que se ha hecho normal el insulto, la descalificación, la agresión verbal, etc. dirigido a personas que, como en el caso del fútbol, por ejemplo, tiene como destinatarios a quienes participan en el espectáculo. Empezando por los árbitros y terminando por los jugadores del equipo contrario, hay personas (por llamarles de alguna forma) que tratan de superar sus frustraciones personales atacando a quienes consideran inferiores y, por tanto, merecedores de sus comentarios despreciativos, como si con ello consiguieran demostrarse a sí mismos que son superiores a quienes insultan. Craso error. Con sus actos demuestran su bajeza personal, su deterioro mental y su carencia de escrúpulos.
 
En contraposición, cada día recibimos a través del teléfono imágenes preciosas acompañadas por frases, a cual más sugerente, que tratan de arrancarnos una sonrisa, un comentario o una emoción. Son frases que se agradecen y que, a veces, reenviamos a amigos a los que queremos darles los buenos días con un mensaje amable. Esto es una demostración de que hay personas que se sienten parte de una humanidad consciente de su papel tanto social como evolutivo. Las otras, las que muestran su rabia y su ira por lo diferente, son las que hacen patente su mediocridad y su incapacidad de levantar la mirada más allá de su propio ombligo.
 
Con respecto a los insultos proferidos contra jugadores de fútbol negros por ser simplemente de otro color de piel o por sus cualidades deportivas, me viene a la memoria algo que una vez me sucedió con un anciano sabio que, sentado en un banco en el jardín tropical de la estación de Atocha, me dijo una frase que no creo que formara parte del repertorio de Internet, frase que he conservado en mi mente y que dedico a todos aquellos que se sienten atacados, no comprendidos, vilipendiados u objeto de la envidia de otros. La frase dice así: «Sólo se tiran piedras al árbol que da frutos». Genial, ¿no?
 
Cada vez que seamos testigos de hechos tan desafortunados como los descritos más arriba, pensemos que quienes los producen tienen una insana envidia por lo que la naturaleza, en su magnificencia, ha generado. Hay que saborear sus frutos, no pisotearlos ni despreciarlos.






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