Psicópatas



Luis Arribas Mercado

28/03/2022

Todos los días nos encontramos con noticias cuyos protagonistas son psicópatas que han matado a sus parejas, a niños o han incendiado bosques, y eso me ha hecho pensar que los seres humanos hemos perdido las referencias de lo que es verdaderamente importante: LA VIDA.



Photo by Ryan Snaadt on Unsplash
La persona que es capaz de quitar la vida a otra por una cuestión de celos o venganza, el individuo que es capaz de montar una guerra como la de Ucrania por ser un megalómano o de incendiar un bosque matando árboles, plantas, animales y hasta personas, no son otra cosa más que psicópatas que deberían ser tratados como enfermos mentales y no permitirles que volvieran a tener la oportunidad de reincidir.
Quienes apoyan los festejos taurinos con el riesgo que eso supone, además de la muerte injustificada de animales que su único delito es querer defenderse de un martirio... son personas que, en mi “molesta opinión” demuestran un grave desprecio por la vida, con el argumento de que esos festejos son parte de la cultura y de la tradición de los pueblos. De la cultura y de la tradición bárbara, como lo eran los sacrificios humanos en el circo romano.
¿Os imagináis que siguieran haciéndose peleas entre gladiadores incluida su muerte con la gente en las gradas vociferando y pidiendo más sangre? pues eso es lo que sucede en las corridas de toros, donde el torero se juega la vida para satisfacer la necesidad de adrenalina del público y donde éste juzga si el torero ha sido capaz de burlar al toro y de matarlo de una manera, digamos, artística...
Lo de los incendios es otra aberración ¿Cómo se puede justificar por una cuestión económica el daño, muchas veces irreparable, que se causa al medio ambiente y a la ecología? En mi opinión, los causantes que han quemado un bosque a propósito deberían pagarlo no solo con la cárcel, sino también económicamente con todo lo que tienen y trabajando gratuitamente en trabajos sociales, especialmente forestales, además los terrenos quemados no deberían ser recalificados hasta pasados al menos 30 años o mejor nunca.

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Estas reflexiones no son otra cosa que un desahogo, una expresión de la frustración que siento al ver la locura, el amor mal entendido, los fundamentalismos de un signo o de otro, de oriente o de occidente, los genocidas que asesinan indiscriminadamente a cientos de personas cada día o la indiferencia de los dirigentes ante el sufrimiento de las personas a las que dicen representar.
Afortunadamente, en el contexto general de la sociedad, todas esas manifestaciones de locura no son sino una minoría, un cáncer que tenemos que combatir con nuestro sistema de defensas que no es otro que la actuación coherente, la manifestación permanente de la ética y los valores, la denuncia de lo que consideremos que atenta contra la dignidad humana o animal y con la expresión de amor a la Vida en todas sus manifestaciones. 
Debemos ser poco transigentes con quienes se han creído dueños y señores de vidas y haciendas, se llamen como se llamen o representen a quienes representen. Nadie es dueño de nadie ni de nada, vinimos desnudos y nos iremos desnudos, sin nada más que el balance de nuestros actos, de los que tendremos que responder ante quien corresponda.






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