La iluminación del corazón



Shaogen

12/12/2019

Las lecturas que se trabajan en los talleres de El Camino del Corazón van dirigidas a movilizar fibras internas por resonancia, así que poco tienen que ver con los métodos tradicionales de aprendizaje. Se trata de que la información no sea razonada o analizada en el momento, sino que hay que dejarla dentro para que su influjo se asiente en la mente profunda al entrar vía subconsciente.



Imagen de Pexels en Pixabay
La iluminación del corazón se produce después de la iluminación mental; la iluminación mental se da cuando se activan simultáneamente los tres cuerpos mentales (consciente, subconsciente e inconsciente), como consecuencia de un impulso externo que transmuta una estancia cerrada de la mente, convirtiéndola en una lanzadera de proyección mental creativa y aglutinadora, pero ¿y el corazón, cómo se ilumina?
 
El corazón se ilumina de dentro hacia fuera siguiendo los haces que forman la única fibra muscular que lo conforma. Es una única fibra que, como un cable de conexión, siente en un momento determinado que la energía del amor ha activado su estructura. Amor, luz e iluminación, así es el proceso, se ama, se inflama y se expande.
 
El éxtasis místico es la sensación de expansión de luz interna y os aseguro que el corazón se ilumina y que su luz es captada por ojos abiertos, por pupilas que trascienden de los colores del arco iris, ojos sin párpados y sin pestañas, que saben ver los interiores, ojos que al llegar la noche oscura del alma, como la definió San Juan de la Cruz, se orientan por la llama blanca que emite el centro del corazón constantemente (amor puro, incondicional).

Los grandes avatares

Imagen de Simon Steinberger en Pixabay
Los budas son también reflejo de ese corazón, lo mismo que lo fueron Jesús y krishna, por ejemplo, y sus corazones son como faros en la costa, siempre dispuestos a guiar.
 
Los corazones traspasados de dolor no iluminan pues si tienen dolor es que en su interior no se halla la luz del conocimiento profundo.
 
Iluminado es aquel que abre su corazón para que de él surja la luz, pero solo surgirá si hay amor.
 
Todos vosotros tenéis una llamita encendida en el interior de vuestro corazón y aunque no queráis reconocerlo, esa es la llama que os puede salvar la vida; depender solo de lo que dicte vuestra mente, es limitar vuestros recursos.
 
Ante los peores momentos, sean del tipo que sean, solo vale lo que dicte el corazón. La mente entonces se supedita y la energía del corazón impregna todo lo que se realiza a continuación.

La apertura del corazón

Imagen de Rebekka D en Pixabay
La vida pone constantemente a prueba y lo que hasta hoy era blanco, de pronto aparece negro y los sistemas ya no valen de nada, entonces aparecen la enfermedad, la desesperación o la ruina. En esos momentos dramáticos, se reza pidiendo ayuda, pero seguimos pidiendo con la mente, no con el corazón y de esa forma plegarias no suben muy alto.
 
Si abrimos el corazón y confiamos en su energía, su luz se verá desde los confines del Universo y la ayuda llegará por los caminos más insospechados por la mente.
 
Una oración que surge desde el corazón resuena en los corazones y en las energías más sutiles de cuantas existen en el Universo. La respuesta suele producirse de forma inmediata, aunque sus efectos se demoren algún tiempo al entrar en las esferas espacio-temporales.
 
Esa respuesta es, o suele ser, la conformación de las energías menos sutiles que la del espíritu, pero vibrantes en la misma nota, de tal manera que finalmente es del mundo material cercano (amigos, familiares, conocidos) de donde recibimos la ayuda. A veces, los seres humanos llamamos azar o suerte a esa conformación energética que conlleva la ayuda.
 
Si tenéis necesidad de ayuda (por enfermedad, por economía, por cuestiones emocionales) pedid con el corazón, pedid sin miedo, pero hacedlo sin egoísmo, porque el egoísmo ofusca el corazón.
 
Decidid hoy abrir vuestro corazón que la mente ya os la conocen y valorad lo que tenéis, lo que deberíais dejar y lo que necesitaríais para ser felices. No para tener más o ser más, sino para alcanzar la felicidad, que debe ser el objetivo de todo ser humano.






Artículo leído 963 veces

Otros artículos de esta misma sección