A veces mis amigos me animan a que escriba sobre las plantas, pues saben de mi amor por ellas y me piden que, con algunas palabras, anime a una utilización cautelosa de estas, con profundo respeto. Les hago caso y con la confianza que me otorgan mis amigos hoy voy a invitaros a explorar y sumergirnos en el orden natural y las buenas costumbres de la recolección, secado, almacenamiento y unas breves nociones para la mejor utilización de las plantas.
Un primer concepto a tener en cuenta antes de recolectar indiscriminadamente, será saber las propiedades, formas de utilización y si nosotros mismos realmente necesitamos la aportación concreta de la especie en cuestión.
Recoger, para almacenar en un tiempo indefinido, solo sirve antes o después, para hacer un daño incalculable e irreparable a la especie, al entorno y finalmente a la Madre Tierra.
La recogida hay que hacerla siempre en las últimas horas de la mañana (alrededor del mediodía), para que su floración, la maduración de sus frutos, la textura de sus hojas y la dureza de sus raíces estén en los momentos más óptimos. Procurando que el aire no sople de levante (“solano” o del este). Hay que saber que cuando este aire sopla las plantas desarrollan su energía aprovechándola para el crecimiento de ellas mismas, si en este momento cortamos los tallos o flores que queremos utilizar, estos nos serán menos propicios, si por el contrario somos conscientes y mantenemos una actitud respetuosa las plantas nos entregarán (y hay estudios al respecto) de forma plácida y bondadosa todo lo que buscamos de sus cualidades.
Un primer concepto a tener en cuenta antes de recolectar indiscriminadamente, será saber las propiedades, formas de utilización y si nosotros mismos realmente necesitamos la aportación concreta de la especie en cuestión.
Recoger, para almacenar en un tiempo indefinido, solo sirve antes o después, para hacer un daño incalculable e irreparable a la especie, al entorno y finalmente a la Madre Tierra.
La recogida hay que hacerla siempre en las últimas horas de la mañana (alrededor del mediodía), para que su floración, la maduración de sus frutos, la textura de sus hojas y la dureza de sus raíces estén en los momentos más óptimos. Procurando que el aire no sople de levante (“solano” o del este). Hay que saber que cuando este aire sopla las plantas desarrollan su energía aprovechándola para el crecimiento de ellas mismas, si en este momento cortamos los tallos o flores que queremos utilizar, estos nos serán menos propicios, si por el contrario somos conscientes y mantenemos una actitud respetuosa las plantas nos entregarán (y hay estudios al respecto) de forma plácida y bondadosa todo lo que buscamos de sus cualidades.
Es conveniente recolectar en primavera o verano, sin arrancarlas, sino buscando mediante el contacto de las manos o la intuición, cuáles son las mejores partes. Recogeremos así sus mejores propiedades ya sean de hierbas o arbustos y aunque sus tallos hayan estado orientados al norte, sur, este u oeste.
Hay que elegir las que sean las más floridas y con hojas más vivas y con mejor aspecto. Cuidemos de no recolectar más de lo necesario, pensemos que la despensa de las plantas está ahí para ir a buscarlas tantas veces como queramos durante el tiempo de su floración o de tener sus hojas frescas para su utilización.
En cuanto al secado y almacenaje utilizaremos lugares encamarados (o en el primer piso) con buena ventilación, evitando así la humedad y procurándonos un cuarto oscuro para especies que así lo precisen y también para las maceraciones ciegas (a oscuras). En otro momento hablaremos de las propiedades que el sol y la luna aportan a la fitoterapia.
Solo guardaremos aquellas especies que en invierno no sea posible recolectar, pero con la consciencia de que solo secaremos para su almacenamiento las más comunes y útiles para sanar las patologías o necesidades de aquellos a las que van destinadas.
Siempre ante la duda, recurrir a la compra en herbolarios y al diagnostico de naturópatas, farmacias y personas cualificadas y especializadas que nos aconsejen las pautas a seguir, la forma de consumirlas, las distintas dosis, las infusiones, etc. para una disfunción física en concreto. Y recordar guardarlas como máximo de un año o dos, dependiendo de la especie y parte de la planta.
En cuanto a su utilización más común por parte del pequeño recolector y el usuario, es: tisanas, infusiones, cataplasmas, ingestiones frescas, vapores y baños, así como las distintas maceraciones de aceites, alcoholes esenciales, y otras formas particulares de preparación.
Juan Miguel Cuenca López – www.laderrubia.com
Hay que elegir las que sean las más floridas y con hojas más vivas y con mejor aspecto. Cuidemos de no recolectar más de lo necesario, pensemos que la despensa de las plantas está ahí para ir a buscarlas tantas veces como queramos durante el tiempo de su floración o de tener sus hojas frescas para su utilización.
En cuanto al secado y almacenaje utilizaremos lugares encamarados (o en el primer piso) con buena ventilación, evitando así la humedad y procurándonos un cuarto oscuro para especies que así lo precisen y también para las maceraciones ciegas (a oscuras). En otro momento hablaremos de las propiedades que el sol y la luna aportan a la fitoterapia.
Solo guardaremos aquellas especies que en invierno no sea posible recolectar, pero con la consciencia de que solo secaremos para su almacenamiento las más comunes y útiles para sanar las patologías o necesidades de aquellos a las que van destinadas.
Siempre ante la duda, recurrir a la compra en herbolarios y al diagnostico de naturópatas, farmacias y personas cualificadas y especializadas que nos aconsejen las pautas a seguir, la forma de consumirlas, las distintas dosis, las infusiones, etc. para una disfunción física en concreto. Y recordar guardarlas como máximo de un año o dos, dependiendo de la especie y parte de la planta.
En cuanto a su utilización más común por parte del pequeño recolector y el usuario, es: tisanas, infusiones, cataplasmas, ingestiones frescas, vapores y baños, así como las distintas maceraciones de aceites, alcoholes esenciales, y otras formas particulares de preparación.
Juan Miguel Cuenca López – www.laderrubia.com